Hace unos días remití mi anterior
escrito “Estáis locos” a Junts pel Sí
y a la CUP. De los primeros recibí respuesta de los segundos ni está ni se le
espera. La respuesta fue previsible tanto en su fondo como en su forma, aunque
siempre es de agradecer. Esta fue:
Hola Jesús,
Lamentamos
no compartir tu opinión. El 27-S escuchamos el clamor de la gente y ganó el Sí.
Tenemos un mandato democrático que cumplir y es lo que estamos haciendo.
Saludos.
Hay
dos momentos dentro de esta pequeña respuesta especialmente significativos, se
tratan de “escuchamos el clamor” y “tenemos un mandato”, en un tono casi
bíblico, la laberación del pueblo oprimido, la tierra prometida, la apertura de las aguas, esto se puede resumir en un, aparentemente, pequeño adjetivo, son los
elegidos, pero que en este caso debería escribirse con mayúscula, Los Elegidos.
Se encuentran iluminados por el foco que hacia ellos se proyecta y que les hará
pasar a la historia. Ellos, pequeños mortales, se sienten los Iluminados. El
Interrogante que se genera puede ir más allá de este caso. Cuando el foco se
dirige hacia ti y su luz te deslumbra es imposible distinguir la realidad y
confundirla con los destellos que ese haz de luz te provoca, tus propios
fantasmas son los dueños de ti. Deslumbrado es imposible razonar pues te
encuentras embriagado por el poder y la gloria en los que te bañas. Es el
momento propicio para que todos aquellos minúsculos personajes que han venido
alimentando odio y sinrazón encuentren su protagonismo. Es
su desfile, mostrando orgullosos la bandera que los envuelve e identifica.
Pero
el hábito no hace al monje, al contrario, a menudo, únicamente le tapa, viene a
cubrir sus limitaciones y vergüenzas. No es la indumentaria, por muy en camiseta
o chaleco que uno se muestre, la que asegura el modo de pensar sino que es la estructura
interna del ser, es decir, su estructura mental y su estructura moral. El disfraz
sólo muestra la apariencia aunque muchos mediocres lo paseen con orgullo. Es la
ocasión de identificar los riesgos que todos podemos correr y de alzar la voz contra
ellos aunque, como a Casandra, la mayoría te tome por loco.
Que gran razón la tuya Jesús. ¿La qué nos pueden armar estos desalmados!
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