Lanzo este mensaje al mar esperando que otro naufrago lo encuentre y le sea de utilidad.
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lunes, 20 de enero de 2020
No seas como yo
jueves, 26 de enero de 2017
CHIQUILLADAS
jueves, 19 de enero de 2017
Lectura y pensamiento
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (C.I.S.) recoge un dato fiel reflejo de nuestra realidad. El año 2015 casi el 40% de los españoles (cuatro de cada diez) no leyeron ningún libro. No se trata únicamente de señal de la progresiva pérdida de un hábito trasnochado, el libro, ese viejo objeto del culto para extraños seres de tiempos acelerados. Asumamos el cambio de los tiempos y con él asumamos también el cambio de formato. No nos referimos aquí al libro de papel o al electrónico, al texto impreso o al digital, nos referimos en primer lugar al hecho de la lectura amplia y tranquila que necesita unas actitudes y características cada vez más alejadas de las personas que estamos construyendo. Ese acto lector necesita realizarse bajo una serie de características: en soledad, en silencio, en quietud y con esfuerzo, se trata de un espacio de tiempo duradero, continuo y a pesar de lo aparentemente dicho, a realizar de forma activa, el acto de la lectura supone un diálogo en el que el lector no puede permanecer pasivo. La sociedad en la que nos movemos viene a ser la antítesis de este acto. El hombre de hoy tiende a huir de esa soledad que fácilmente se identifica con el aburrimiento. No estamos preparados para ese aburrimiento ni lo estamos para encontrarnos solos. Sinónimo aparente de esa soledad es el silencio, necesitamos el ruido a nuestro alrededor, la televisión ocupa un lugar central en nuestra casa y en nuestra vida, es uno más de la familia, no tiene sentido que un aparato de tal interés se mantenga apagado, es importante encenderlo desde el momento que nos encontramos allí y, en la medida de lo posible, sin que nos exija esfuerzo alguno pues su objetivo, no siempre declarado, no es este sino nuestro adocenamiento. Si al hecho de la soledad y silencio añadimos la quietud con lo que nos encontramos es el puro y simple aburrimiento, algo para lo que raramente estamos educados desde nuestra más tierna infancia. Esa sociedad acelerada o líquida no está construida para exigirnos esfuerzo, hemos pasado del texto continuo (el libro) al discontinuo (la Red), de la lectura prolongada de un texto a la lectura a salto de mata, aquí y allá. Esa Red nos aporta una capacidad nueva que hemos de desarrollar pero nunca a costa del sacrificio de nuestra capacidad lectora clásica. Estemos donde estemos, estemos ante lo que estemos, estemos como estemos, estemos con quien estemos, estemos activos que no quiere decir en movimiento. Que la opción de los entretenimientos pasivos no la convirtamos en un hábito, el hecho de la relajación ya es una decisión activa y el hecho de poner en off nuestra mente en algún momento en nuestra vida también ha de ser una decisión activa, consciente y puntual. La gran paradoja es creo que lo que llamamos animación lectora también va por caminos opuestos a ese acto lector. Nos encontramos fundamentalmente con actividades grupales, en movimiento, con alboroto la mayor parte de las veces y buscando la diversión. No es raro que después, cuando el niño se encuentra con el libro en las manos descubra que aquello no tiene nada que ver con lo que le hemos vendido.
sábado, 4 de junio de 2016
LOS VIRUS EMOCIONALES
jueves, 20 de junio de 2013
POLÍTICA Y EDUCACIÓN
domingo, 26 de febrero de 2012
EL DISCÍPULO Y EL MAESTRO
miércoles, 12 de octubre de 2011
DEBERÍAMOS PEDIR PERDÓN

Esta mañana he tenido uno de esos momentos dulces de la vida, pequeños momentos que son los que justifican a veces una labor aunque sean gratuitos, inmerecidos (o quizás por eso mismo), las pequeñas cosas que unidas frágilmente entre sí aportan la felicidad. En la calle, sentado en mi silla de ruedas, he visto acercarse para saludarme a un joven al que he reconocido enseguida. Fue un alumno mío de esos que ocasionalmente atiendes en labores de apoyo, clases de esas en las que es difícil distinguir bien donde acaba el deseo del tutor de desprenderse de lo que considera una carga para la clase y donde empieza el de que ese tiempo sea provechoso para el alumno; horas, que deseo que cada vez sean más extrañas, en las que tú, como docente, no tienes claro que es mayor si el provecho que el alumno pueda sacar de ese tiempo o la perdida que está sufriendo por no estar en ese momento aprendiendo junto a sus compañeros. Quizás es inevitable porque es humano pero siempre me ha resultado odiosa la manía de catalogar al alumnado y predecir su futuro convencidos de nuestras capacidades videntes que una experiencia de años (y que, sorprendentemente, es heredada por los jóvenes que se van incorporando al cuerpo místico del profesorado) nos ha otorgado. Sin embargo esa experiencia debería decirnos que, a pesar de todo, nos equivocamos, afortunadamente nos equivocamos.
¿Cuántos alumnos hemos dejado por imposibles considerando que no merecía echar en ellos más esfuerzo sin llegar a darnos cuenta que ese era precisamente el problema, que todavía no habíamos echado en ellos el esfuerzo necesario? ¿Cuántas ínfulas de sabiduría hemos derrochado en pronosticar futuros calamitosos simplemente por justificar nuestra desidia o por estúpida venganza? ¿Cuántas veces esos pronósticos se han demostrado equivocados, hemos errado en nuestras apuestas y, sin embargo, esa constatación no ha sacado de nosotros ni un gramo de autocrítica? Deberíamos pedir perdón por ello, por el tiempo no empleado, por el esfuerzo no echado, por las palabras arrogantes, por los calificativos insultantes, por la falta de profesionalidad.
Afortunadamente nos equivocamos, somos falibles, la vida es mucho más que el pequeño espacio que abarcamos, no somos los responsables de extender el salvoconducto hacia el éxito, hacia al felicidad, y, a menudo, ese salvoconducto, es un fiasco. La vida nos corrige y no siempre nos damos cuenta de ello, no comprendemos su grado de censura ni la necesidad de la enmienda. La vida nos supera, siempre nos supera, si no fuera así carecería de sentido, una vida minúscula que no merecería la pena vivirla. Nos supera y nos exige estar siempre ojo avizor, alerta ante sus demandas, ensanchando los espacios en los que nos movemos, creciendo con ellos, no rindiéndonos nunca, no abandonando a nadie a la deriva.
No nos colguemos medallas que no nos corresponden, lo verdaderamente grande, lo verdaderamente bello es que una persona para la que el sistema educativo fracasó (aquí el único triunfo es solo el suyo) sea capaz de olvidar o de perdonar y se acerque a ti, que al fin y al cabo solo eres un representante de ese sistema, y te salude con un afecto que percibes con claridad y que te permite, tras la despedida, sentirte, de alguna manera, liberado de una de tantas cargas que sobrellevas.
lunes, 3 de octubre de 2011
EN DEFENSA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA.

Vivimos malos tiempos para lo público y, por lo tanto, para la enseñaza pública. Nos encontramos con una clara amenaza para los servicios públicos, en la que no está en cuestión el concepto de lo público, está en juego su desaparición. Es lo publico entendido como un gasto estentóreo que la sociedad no puede soportar y cuya prestación puede ser suplida en mejores condiciones económicas y de gestión por la iniciativa privada. La amenaza es pues la progresiva sustitución de lo público por la iniciativa y gestión privada. Es esta amenaza a la que hay que responder de la manera más inmediata. Destruir es fácil, reconstruir mucho más difícil.
En esa contienda es necesario evidenciar los valores diferentes que afrontan cada una de esas concepciones políticas. En concreto, en la educación, dejar claro que una estructura educativa privada nunca podrá sustituir ni los objetivos ni las formas del sistema educativo público. Esa es la tarea de todos los días más allá de las circunstancias políticas dominantes de cada momento.
EN EL ORIGEN DE TODO.
Ésta es la salmodia que resuena permanentemente:
Yo. Yo. Yo. Yo.
A toda pregunta la respuesta es un Yo.
La medida de todas las cosas es Yo.
Yo es fundamentalmente comodidad, tranquilidad, seguridad, ganancia. Yo
Pero se han olvidado, ya no se escuchan, otras cuestiones, ecos de viejo, añoranzas de otros tiempos.
Fe, esperanza, caridad.
Prudencia, justicia, fortaleza, templanza.
Ternura, misericordia, pasión, servicio, afectos, cariños, caricias.
Capacidad reflexiva, crítica. Libertad.
Es otra manera de ser un Yo, pero una manera en la que necesariamente en ese Yo entran los Otros. Los cercanos, los de media distancia, los lejanos. Los Otros.
¿Y a qué esto?
Una y otra manera de ser Yo implica una u otra manera de entender, de vivir la vida, de entender, de vivir la educación; de entender, de vivir la función pública. Detrás de todos los debates que podamos tener aquí o en el centro siempre asoma esta vieja diatriba, soterrada quizás, atemperada y edulcorada, descafeinada puede ser, pero esa diatriba entre diferentes maneras de ver la vida, la educación, todo. Diferentes maneras de ser persona, de ser Yo. Hubiera debido decir de ser uno mismo. No lo creo.
Para mí en el primer sentido del Yo, ese YO mayúsculo y centrípeto. Uno mismo tiende a ser un clon. Ya no es uno mismo. Nos mimetizamos en el paisaje. Incorporamos un único discurso que se repite una y otra vez. Pero nos sentimos dentro de un colectivo formado por innumerables e idénticos Yos que se reproducen unos a otros.
En la segunda manera del Yo, abierta, minúscula, comunitaria; nos encontramos ante diferentes formas de ser uno mismo. Paradójicamente en esta segunda nos encontramos con la autonomía y en la primera con la heteronomía más absoluta. Pero también, ese es el riesgo, nos podemos sentir cada vez más solos.
Nosotros elegimos.
FUNCIÓN PÚBLICA DOCENTE. ¿Qué es eso de la FPD?
El acceso a la Función Pública Docente seguramente se había convertido en uno de los objetivos fundamentales de nuestra vida. Ya nos empezaba a quitar el sueño. Logralo es un descanso. Un verdadero descanso. Parece haber llegado la hora de descansar. Es así. Sin duda. Pero venimos a decir que puede ser el final de una etapa, pero necesariamente ha de ser el comienzo de otra. Y lamentablemente vengo a deciros. El descanso no existe, todo es un mismo camino, todo es caminar. Andar, caer, recomenzar. No es una condena, así es la vida. Andar, caer, recomenzar.
Función Pública Docente. ¿Qué es eso de la función pública docente? No nos andemos por las ramas y a riesgo de incurrir en obviedades vayamos a las ideas básicas.
En el diccionario de la RAE el término función tiene estos dos significados:
- Actividad propia de alguien o algo.
- Actividad propia de un cargo, oficio, etc.
Primer paso, sin actividad no hay función, por lo tanto el funcionario es el que realiza una actividad, no se trata de una condecoración, ni de un título, se trata de realizar una actividad, de hacer algo. Primer tópico que ha de venirse abajo, no es funcionario de hecho el que no “funciona”, el que espera que el tiempo pase sin más, el que no quiere complicarse la vida.
¿Y qué entendemos por actividad?
Actividad:
- Facultad de obrar: se mantiene en constante actividad.
- Diligencia, eficacia: es impresionante la actividad del secretario.
- Conjunto de operaciones o tareas propias de una persona o entidad: actividad docente, empresarial.
- Tarea, ocupación:
Estar en actividad lo entendemos pues como estar en acción, movimiento o funcionamiento, tener una tarea que realizar, hacerlo con eficacia, con diligencia.
El termino actividad no deja de ser neutro por lo que es necesario preguntarnos: ¿Pero es una actividad para qué? ¿Para quién?
Función Pública.
Publico:
- Para todos los ciudadanos o para la gente en general, se opone a privado: transportes públicos.
- Del Estado o de sus instituciones o que está controlado por ellos: el gobierno procederá a la privatización de algunas empresas públicas
Somos funcionarios públicos. Es importante la matización entre estatal y público. Los colegios son colegios públicos, no simplemente estatales. Nosotros también somos funcionarios públicos, es decir: funcionarios del Estado para todos los ciudadanos. Al servicio de los ciudadanos. Para todos los ciudadanos no significa acoger sin más a escolares de todo tipo en las aulas, significa atender a las necesidades reales de todos ellos.
Hay un concepto en principio equiparable al de función pública que peligrosamente, casi con el beneplácito de todos se ha ido perdiendo, es el de servicio público. Nos guste o no hemos de ser servidores públicos
Servicio:
- Labor o trabajo que se hace sirviendo al Estado o a otra entidad o persona
- Organización y personal destinados a satisfacer necesidades del público.
- Conjunto de criados.
- Favor en beneficio de alguien: me hizo un servicio sustituyéndome esa tarde.
- Utilidad o provecho: esta cafetera aún nos hace servicio.
Somos servidores públicos. Realizamos un trabajo sirviendo al público, en beneficio de ese público, un trabajo que ha de serle de utilidad y provecho. En estas aparentes obviedades se encuentran encerradas las preguntas que siempre tenemos que hacernos:
¿Cuál es nuestra labor? ¿Cuál han de ser nuestros objetivos?
¿Estamos sirviendo? ¿Somos de utilidad?
¿A quién estamos sirviendo? ¿Para qué y para quién servimos?
¿Cuál ha de ser nuestro público?
Nuestro trabajo será muy diferente dependiendo de las respuestas que demos a esas preguntas. Es más, aunque conscientemente no nos las realicemos, las preguntas siempre están ahí y siempre les estamos dando en la práctica una u otra respuesta. Y servimos a unos o a otros, a los que no nos necesitan porque van solos, o a aquellos que necesitan un esfuerzo público que compense su realidad social o personal, a los que tienen un entorno cultural que los apoya y potencia o a los parten con ese hándicap en la carrera. La escuela pública es de todos pero en la práctica tendemos a abandonar a estos últimos.
Nos queda un término del triplete:
Docente:
- De la docencia o relativo a ella: prácticas docentes.
- adj. y com. Que se dedica profesionalmente a la enseñanza: los docentes de secundaria.
No parece decirnos mucho Docente nos suena fundamentalmente a dar clase. Docente es el que da clase. Sin embargo sí aparece otro término que quizás nos pueda dar alguna pista:
Enseñanza:
- Acción y resultado de enseñar: enseñanza de idiomas.
- Sistema y método empleados para enseñar: enseñanza mixta.
- Conjunto de medios, instituciones, personas, etc., relacionados con la educación: el mundo de la enseñanza.
- Ejemplo que sirve de experiencia: que esto te sirva de enseñanza.
- pl. Ideas, conocimientos, etc., que una persona transmite a otra: sus enseñanzas le fueron de gran ayuda.
Ya salió la vieja diatriba entre enseñanza y educación. ¿Enseñamos o educamos? ¿Estamos para educar? ¿Puede hacerse una cosa sin la otra?
Educación:
- Proceso de socialización y aprendizaje encaminado al desarrollo intelectual y ético de una persona.
- Instrucción por medio de la acción docente: educación primaria.
- Cortesía, urbanidad: saltarse el turno en una cola es de mala educación.
Nos fijamos en la segunda acepción: Instrucción por medio de la acción docente. Lo siento señores y señoras en contra de aquellos que pensaran lo contrario, la docencia, la enseñanza, la instrucción, la educación, todo va en el mismo paquete. Nunca se hará una cosa sin la otra, podremos responsabilizarnos más o menos, hacerlo de una manera o de otra, pero siempre que pretendamos hacer una de ellas estaremos haciendo también las otras. Y en esa educación es fundamental la anterior acepción cuarta, el ejemplo. Educamos mediante nuestro ejemplo y con nuestro ejemplo destrozamos todo lo que pretendemos educar. Y con el concepto ejemplo volvemos a nuestro inicio: ¿Cuál es nuestra manera de ser? ¿Cuál es nuestro Yo? Todo se encuentra teñido por él. El reto de la docencia es el reto de ser persona, en la enseñanza pública más, han de ser inevitables algunas preguntas clave de esas que nos acompañarán toda la vida, que tendrán que encontrarse detrás de toda reflexión pedagógica que nos hagamos.
¿Por qué educamos?
¿Para qué educamos?
¿Para quién educamos?
Es cierto, pueden existir condicionamientos objetivos que dificulten esta idea de educación generalizada y personalizada a la vez, pero ante estos condicionamientos no vale dejarse llevar por los lamentos paralizantes y justificantes, ese Yo nos exige tener en cuenta tres cuestiones:
1. Esas situaciones exigen la respuesta comprometida, la respuesta política (entendido el concepto más allá de un sentido partidista restrictivo).
2. Ante circunstancias iguales la actitud y el trabajo de una u otra persona marca la diferencia.
3. Esas preguntas han de encontrarse permanentemente presentes, lo que exige un auténtico trabajo en equipo y una constante reflexión crítica. El docente como intelectual.