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martes, 31 de octubre de 2017

EL SUR






Me siento despreciado, escupido, pretendiendo arrancar con ello toda la pestilencia que llevan dentro. Me siento subestimado, se me ha querido reducir a la nada por aquellos que se creen autorizados para mirarte por encima del hombro. Me siento desdeñado, expulsado con displicencia como si mi presencia perturbase el aire que es común. Se me ha querido engañar con hipocresía, argumentando valores en voz alta y quebrantándolos en silencio. Se me ha querido destruir sin aspavientos, en un bajo tono de voz, ejecutando con educación el crimen. Los del Norte son así, todo lo hacen limpiamente, cagan sin que su ano se manche, clavan la espada sin que la sangre les salpique, insultan y por la boca sólo les salen flores, recogen basura e inmediatamente esta se convierte en tesoro, levantan rejas y estas se convierten entonces en obras de arte por las que sólo ellos pueden entrar y salir. Como no envidiarles, como no desear su riqueza. Todos queremos ser Norte.
En la actualidad, en España, se refleja ese rechazo del Norte hacia el Sur, de Cataluña al resto de España, rechazo que no es solo nuestro sino el mismo que existe del Norte de Italia hacia el Sur, es el que se muestra en el muro de Estados Unidos hacia México y del norte de África hacia el África subsahariana, así como el que se refleja en la Europa que rehúsa acoger a los ciudadanos sirios y afganos o en la España que hace lo mismo con los que cruzan el Estrecho. El norte y el sur que se esconde en todos nosotros, sólo queremos ser Norte y queremos el Sur lo más lejos de nosotros. Ser Norte y si es posible con ínfulas sureñas, nacionalistas que pretenden separarse celebrando jornadas internacionalistas que hablan de unión, burgueses denunciando la pobreza del Sur y exigiendo la riqueza del Norte, ciudadanos con una ética reducida a una estética. El estigma que sufre el Sur es únicamente su pobreza y por ella es señalado. Los grupos sociales del Norte no se encuentran divididos por su adscripción a una clase social sino que están unidos por su territorialidad, dentro de esos grupos sociales unidos hay que incluir a los más pobres que rechazan con igual fuerza la llegada del Sur. El intento de independencia catalán se encuentra dentro de este juego, no hay derechos históricos, no existe sustracción económica aunque éste se realice bajo disfraz de progre. Es paradójico, patético y sonrojante que el Norte se atribuya el papel de víctima frente al Sur allá donde esto suceda.
El Sur existe y no lo podremos evitar, él será nuestra unidad de medida, no nuestras palabras sino como nos comportemos con él, como lo incorporemos a nuestro ser y a nuestro actuar. El sur nos interroga, nos mancha, nos golpea, nos ilumina, no nos deja vivir tranquilos pero se convierte en nuestra razón de vivir. Hoy que con razón tenemos esa queja de agravio, es el momento de mirar donde tenemos nuestro Sur.

miércoles, 25 de octubre de 2017

En segunda fila




Recibo la llamada mensual del Servicio de teleasistencia y sonrío mientras hablo con la mujer que está al otro lado imaginando que ella cree hablar con un anciano, pero yo, pienso, estoy lejos de ese momento. El tiempo transcurre pero uno cree que lo hace para los demás pero no para sí mismo. Los espejos se empeñan en desmentir esto. La juventud eterna no existe, la mujer del principio sí se encuentra hablando con un hombre mayor, desvalido, necesitado de una atención permanente. Aquel joven quedó muy lejos. El tiempo transcurre para todos.
Cuando no te mueves, cuando todo tu tiempo lo pasas en la silla de ruedas o en la cama, entonces sí es cierto que el tiempo pasa de ti, de alguna manera, te has ido quedando atrás. A tu alrededor la vida continúa, hay conversaciones, información, acuerdos, conflictos e inevitablemente tú no estás allí. A veces te llegan los ecos de las mismas, a veces no. Pareciera que tú vas perdiendo tu lugar, tu posición, en el grupo. No hay responsables, únicamente es el mundo que ahora gira de otra manera y en ese girar tú vas perdiendo vueltas. El hecho de que a ti se te vaya liberando de tomar decisiones no supone en realidad liberación alguna, a menudo, al contrario, lo que hace es generar ansiedad. Contemplas como te vas quedando atrás, en segunda fila, te das cuenta de que en muchas situaciones tu colaboración va a ser cero, en una urgencia tú puede que no seas una ayuda sino un lastre . Vas quedando relegado pero no por desprecio alguno, se trata de ley de vida, tu papel en ella va cambiando, tu presencia no deja de ser cualitativa pero inevitablemente pierdes peso cuantitativo. En la familia, paradójicamente, esa vida gira alrededor tuyo, el tiempo se regula en función de tus necesidades, pero, aunque tú seas el centro, tu iniciativa es nula, los pasos, las gestiones, son de los otros. Ellos viven para ti pero tú te planteas qué puedes hacer por ellos. Comprendes así la vivencia de muchos ancianos que se sienten fuera de lugar, ese mundo ya no es el suyo, carecen de vida propia, todo aquello que la conformaba parece haberse ido por el sumidero; la realidad les sobrepasa, ya no entienden qué pintan en ella más allá del incordio que suponen.
La segunda fila a la que ahora te ves destinado no tiene por qué suponer que tú seas tu propio sumidero, que te conviertas en un agujero negro que absorba todo lo que suponga vivir, ese agujero negro te absorbe a ti y absorbe a todo aquel que se encuentre a tu alrededor. La vida puede ser vivida desde el gallinero, no es el lugar que ocupas en ella el que determina tu derecho a la vida, eres tú, con tu actitud el que te puedes ganar el derecho de reivindicarla, como también te ganas, con esa actitud, el derecho a ponerle fin. Tu vida es también la vida de los otros, es en ellos donde puedes ver reflejado como te vas ganando esos derechos. Ya no eres el que eras, pero esa segunda fila no tiene por qué significar que seas menos, puede que te hayas convertido, fundamentalmente, en un espectador, pero es casi seguro que la vida te brindará momentos en los que puedas demostrar tu verdadera altura, aunque tu escenario haya quedado reducido a tu casa y el número de tus compañeros de obra sea cada vez menor.

lunes, 9 de octubre de 2017

Nacionalismo


Todo nacionalismo es delirante, sólo necesita un estímulo para activar su delirio, si ese estímulo es otro nacionalismo ambos se retroalimentan, uno genera la activación del otro y ambos aumentan su pequeño o gran incendio. Una situación así es la que estamos viviendo cargada de emociones que son fácilmente manipulables, es por eso por lo que se huye del debate para recargar continuamente la pistola emocional por la que disparar cuando uno crea conveniente. Ese uno no es el ciudadano de a pie que sale a la calle sino el político que carente de argumentos busca llenar de emociones todos los medios a su disposición, la pistola la carga él pero espera que sean otros muchos los que la disparen, para ello busca utilizar símbolos en los que esas emociones se descarguen (el que lidera ese proceso sueña con pasar a la historia también como tal); da lo mismo que lo que se busque sea que se llore ante ella o que se abuchee, todo nacionalismo necesita otro al que despreciar y acusar de los males, el símbolo se besa o se quema según sea necesario y nos hayan predispuesto a ello, una y otra actitud es el mismo tipo de emoción, el mismo pensamiento con nombre distinto, la misma irracionalidad sea cual sea el lado en el que pretendamos situarnos. El nacionalismo nunca puede significar progreso, siempre es marcha atrás, vuelta al pasado, sólo será posible avanzar cuando nos desprendamos de ese lastre, lastre que supone xenofobia, la creación de un extraño al que odiar pues nos roba, se aprovecha de nosotros y es manifiestamente inferior. Ese pensamiento nacionalista sólo lo puede propagar un vendedor de humos capaz  de llegar a convencer de que solo a través de ese camino es posible llegar al paraíso soñado, solo cuando podamos desprendernos de ese extraño que está entre nosotros y, de alguna manera, nos fagocita; cuanto más humo mejor, mejor podemos vender el producto, el gran problema es que para que aumente el humo, es necesario encender el fuego y el fuego no es fácilmente controlable, cuando se quiera disipar el humo nos podemos encontrar con que el fuego permanece y nos devora, hemos alentado el fuego  y aquello que creíamos controlar se nos va de las manos. Para hacer medianamente creíble ese producto es necesario generar una historia, una historia de héroes y villanos con acontecimientos en los que fijar un inicio o en los que justificar la situación en la que nos encontramos, la derrota de esos momentos ha de ser vengada. El villano de ayer es el de hoy, nosotros siempre seremos los héroes perdamos o ganemos. Ese relato, según una lógica histórica, siempre será ficción por mucho que lo repitamos, de tanto oírlo lo asumiremos, cuantos más seamos el coro que lo dice, mucho mejor, más convincente será. El rebaño da calor y seguridad, estar fuera de él intranquiliza, son necesarias agallas para enfrentarse a él, agallas y ser dueños de un pensamiento propio.
Todo nacionalismo guarda en su interior una buena dosis de fanatismo, una bomba de relojería que únicamente ha de ser activada, a distancia, para explotar. Este es, en realidad, el proceso en el que nos encontramos inmersos, el fanatismo genera placer pero no puede ser el principio del mismo el que oriente la actuación política como no puede ser una ética de las convicciones. Es la unión de ambas la que utiliza el aspirante a mesías, de esa manera satisface al populacho y, al mismo tiempo, elude responsabilidades. Manejar un principio de la realidad y una ética de la responsabilidad es complicado y sólo al alcance de un político de verdad. No quiere decir que no se actúe con arreglo a las convicciones ni que no se actúe buscando el placer de la mayoría, sino que se actúa teniendo también en cuenta las consecuencias de toda acción y, sin engañar, la necesidad, en ocasiones, del displacer No es bueno jugar con fuego, el fuego quema y no importaría si el quemado sólo fuera el político que lo ha encendido pero suele ocurrir que la quemada sea la mayoría de personas que le han seguido y que se han ofrecido, gustosamente, como leña.


domingo, 1 de octubre de 2017

Palabras para un matrimonio



Para Inma y Álvaro
La vida es un río en el que las dos orillas están separadas. El correr del agua no se detiene y esas orillas permanecen enfrentadas, el río avanza y en ocasiones el caudal disminuye y es posible pasar de una orilla a otra a pie, casi sin mojarse los tobillos, pero en otras ocasiones el agua avanza, su caudal aumenta y la velocidad se dispara, el paso de una orilla a otra parece casi imposible, es necesario prolongarse en el tiempo y cuando casi se ha perdido la esperanza de lograrlo encontramos un puente. Las dos orillas se unen con él, permanecen separadas, con vida propia, pero, de alguna forma, ya son una. Así ha de ser la vida, lograr una unidad pero sin perder la autonomía, sacrificar algo de una de las partes para beneficio de la otra. El río ha de avanzar lo máximo posible, así como su caudal, la vida interior de cada uno, pero siempre hay que tener un puente a nuestra disposición, el que nunca ha de desmoronarse para poder acercarnos de una orilla a la otra y, cuando sea necesario, poder volver. Mantener en pie ese puente es tan necesario como mantener nuestra propia orilla. El río avanza y  en ese avance encontraremos torrentes y cataratas por los que, a veces, nos dará miedo continuar, obstáculos que para nuestro dolor tendrán nombres cercanos a nosotros y cercanos en el tiempo, como el de Aurora. Pero tendremos que continuar hasta la desembocadura, la que adquiere vida propia, la que tiene su propio nombre, la que hoy se llama Pelayo.


Vivíd sedientos de vida y hambrientos de placer pero sin que la ansiedad os atragante ni el hambre de un placer os impida disfrutar de la enorme variedad de sencillos placeres que nos rodean.


Que vuestra familia sea un núcleo sólido que os defienda de los dolores del exterior pero que sea permeable a los demás. Este pequeño reducto es nuestro mundo pero no olvidéis que se encuentra en otro mayor al que no podemos ignorar por mucho que lo intentemos.


Que vuestra vida sea un continuo dar y recibir. No tenemos nada si no damos, no somos nadie si nadie se acuerda de nosotros y nuestro buzón permanece vacío.


Sin duda habrá confrontación pero que nunca sea de tal magnitud que no se pueda resolver con una caricia. Que en vuestra confianza siempre esté el por favor, el gracias y el perdón.


Que vuestra casa sea el reposo  del guerrero y de la guerrera, pero que esa comodidad no os haga cómodos ni haga caer el esfuerzo más sobre una persona que sobre otra.


Buscad la felicidad pero sabed que esta nunca es permanente. La felicidad no circula en ríos bravos sino en regatos tranquilos, no agota nuestro tiempo sino que nos encuentra por los pequeños rincones, no nos busca a pleno sol sino que nos acompaña en los crepúsculos, aún así, desde esta aparente pobreza, es la esencia que perfuma cada instante de nuestra vida y que nos guía en la salida del túnel.



 Sed felices, haced felices a los demás. Os queremos.