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martes, 2 de febrero de 2016

EL REPOSO DE LA GUERRERA


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La vida, en gran medida, es un teatro, la representación de papeles que nos vemos obligados a realizar en distintos escenarios. Distintas caras de un yo en las que uno desaparece si no hay espacios y momentos en los que puede quitarse el disfraz. Lugares donde poder bajar del podium y pisar tierra, donde reencontrarse con el animal que uno lleva dentro y con el ser humano grande o pequeño que ha permanecido agazapado tras el ego que te han trabajado todo el día; lugares donde alguien recoja tus pedazos y te recomponga, donde alguien te haga levantar la cabeza y mirar hacia el horizonte; lugares donde poder llorar sin avergonzarse por ello, en los que poder rugir por la rabia acumulada para terminar descargándola en lágrimas; sitios donde encontrarse con uno mismo, donde reconocerse en el espejo sin ocultar sus miserias, esas insignificancias que nos humanizan y descubren el yo de la intimidad con sus pobrezas y sus penurias; momentos en los que a menudo sobran las palabras, basta con un abrazo y una mirada, es suficiente con el beso para sentir como se absorbe la falsedad que traíamos sobre nuestro cuerpo y quedamos desnudos pero libres.

”La mujer es el reposo del guerrero”, se trata de unos términos acuñados por Nietzsche. Es difícil interpretar ese pensamiento de una manera distinta a cómo se hizo. Es por ello que el reposo del guerrero es un concepto desgraciadamente asociado a un machismo dominante, grosero, zafio e incluso violento. Se identifica ese hombre con una vida supuestamente agitada, dura, necesitado de un hogar en el que todo gire su servicio, como directora de ese concierto de agasajos y paz, que la mujer quedaría reducida a un papel oficialmente secundario pero sobre el que gira en la obra, en realidad, la mayor parte de su dramaturgia. Se trata de un hogar sin reposo alguno, por supuesto para ella también encadenada a un papel que no le permite tiempo para la naturalidad, para el desahogo, para el llanto o la risa, para poder mostrar su cara oculta, esa permanentemente censurada incluso por ella misma. Un hogar que no hay reposo ni siquiera para los pequeños guerreros, aquellos que no pueden exclamar con alegría ese “¡casa!” que utilizábamos en los juegos de infancia. En estas circunstancias hablar del reposo del guerrero es, sencillamente, un insulto.

Es necesario el lugar en donde poder ser el débil que todos llevamos dentro tras todo un día de aparentar fortaleza en un mundo en el que no se permite rendirse, el espacio donde poder hacernos preguntas si afuera se nos tiene prohibido mostrar la menor duda, donde poder equivocarnos sin miedo a que se nos resquebraje el disfraz de hombre intachable, donde poder asomar el “pecado” que todos llevamos debajo de un caparazón de forzada pureza, donde poder expresar tu heterodoxia sin miedo a que te tachen de hereje, donde poder equivocarte sabiendo que allí todo tú eres conocido, donde descansar el gesto y la palabra, donde el silencio no es atronador. El lugar del reposo de todos los guerreros, donde la guerra desaparece y se establece la paz, el lugar dónde sanar las heridas que arrastramos de la pelea de la vida. La mujer es el reposo del guerrero y el hombre el de la guerrera. El lugar del reposo de la guerrera, aquella con la que desde hace tanto tiempo estamos en deuda los hombres y que es llegado el momento de ofrecerle tantos conceptos que hicimos nuestros y rendirle el tributo que desde hace tanto tiempo le debemos.


 https://normsonline.files.wordpress.com/2012/02/klimt-ref-zoom.jpg

2 comentarios:

  1. A propósito de tu acertado Post mira como lo expresaba el poeta José Ángel Valente "NO QUIERO MÁS QUE ESTAR SOBRE TU CUERPO COMO LAGARTO AL SOL LOS DÍAS DE TRISTEZA" Hermoso verdad?
    Un saludo y gracias

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  2. A propósito de tu acertado Post mira como lo expresaba el poeta José Ángel Valente "NO QUIERO MÁS QUE ESTAR SOBRE TU CUERPO COMO LAGARTO AL SOL LOS DÍAS DE TRISTEZA" Hermoso verdad?
    Un saludo y gracias

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