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miércoles, 14 de marzo de 2018

GÉNESIS DEL CONOCIMIENTO. Un pequeño desagravio



Capítulo 3 del Génesis
1 Ahora bien, la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho, la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de ningún árbol del huerto?
2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer,
3 mas del fruto del árbol que está en medio del huerto, dijo Dios: No comeréis de él ni lo tocaréis, para que no muráis.
4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
5 sino que sabe Dios que el día en que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como dioses, conociendo el bien y el mal.
6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
7 Y fueron abiertos los ojos de ambos, y supieron que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto al aire del día; y se escondieron el hombre y su mujer de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
9 Y llamó Jehová Dios al hombre y le dijo: ¿Dónde estás?
10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
11 Y le dijo: ¿Quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual yo te mandé que no comieses?
12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu vientre te arrastrarás y polvo comerás todos los días de tu vida.
15 Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores en tus embarazos; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.
17 Y a Adán dijo: Por cuanto obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del cual te mandé, diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
18 Espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo;
19 con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás.
20 Y llamó Adán el nombre de su mujer Eva, por cuanto ella fue la madre de todos los vivientes.
21 Y Jehová Dios hizo a Adán y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal. Ahora, pues, no sea que alargue su mano y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre,
23 por tanto, lo sacó Jehová Dios del huerto de Edén, para que labrase la tierra de la que fue tomado.
24 Echó, pues, fuera al hombre y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.


El demonio se acercó al ser humano a través de la mujer, eso es lo que nos muestra el libro del Génesis en el Antiguo Testamento. Una mujer tentadora y un hombre débil. Tal como muestra el libro la serpiente no miente sino que dice la verdad, los versículos 5 y 22 así lo muestran. Dios no quiere que hombre y mujer lleguen a ser como él, que coman del árbol de la sabiduría y lleguen a distinguir el bien del mal ni coman del árbol de la vida y lleguen a vivir para siempre. Es por todo eso por lo que les castiga  y los expulsa de Jardín del Edén.
Es comprensible una leyenda así escrita por el hombre hace más de veinte siglos con un Dios antropomórfico, omnisciente y todopoderoso y una mujer culpable de todo en una sociedad completamente patriarcal. Hoy, en el siglo XXI, el relato debe de ser absolutamente distinto. La mujer no es la culpable de que el hombre haya comido del árbol de la sabiduría sino que gracias a ella el ser humano puede alcanzar la misma y con ella también puede experimentar de la dolorosa distinción del bien y del mal, es ese poder el que le hace sentirse desnudo y habitante de un mundo en las antípodas del paraíso. Desnudo, consciente de sus limitaciones, de sus contradicciones, de sus errores, de sus pecados. Uno puede enmascararse ante los demás pero es difícil hacerlo ante uno mismo. El Jardín del Edén no existe, es una ficción que el ser humano, esencialmente el varón, se inventa para no percibir  esa desnudez ni el dolor que conlleva. Hemos construido una sociedad en la que la característica principal no es la ética, la justicia ni la belleza sino la comodidad. Una sociedad que ofrece todo aquello que deseas y que se ocupa de introducir dentro de ti lo que debes desear. Es esa posesión la que te tranquiliza, la que te hace ver que no estás solo, que formas parte de un grupo social que te resguarda  y que es esa simple pertenencia la que da sentido a tu vida. Pertenecer a él y defenderlo es lo que supone hacer el bien y por lo tanto con ello aceptar sus dogmas y ortodoxia. No pensar por uno mismo sino dejarse llevar por el pensamiento del rebaño, no criticar, no cuestionar nunca lo que es el pensamiento dominante.
Sabiduría y lucidez pueden ser sinónimos. Federico Lupi plantea en la película “Lugares comunes” el compromiso de despertar la lucidez en los otros sin límites y sin piedad. En la escena siguiente cita unas palabras de Alejandra Pizarnik.

La lucidez es un don y es un castigo. Está todo en la palabra. Lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio. Pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer y Lucifer viene de Luzs y de Fergus, que quiere decir el que tiene luz, el que genera luz, el que trae la luz que permite la visión interior: el bien y el mal, todo junto, el placer y el dolor. La lucidez es dolor y el único placer que uno puede conocer, lo único que se parecerá remotamente a la alegría será el placer de ser consciente de la propia lucidez. El silencio de la comprensión, el silencio del mero estar. En esto se van los años. En esto se fue la bella alegría animal.
La lucidez es caminar sobre el alambre en la vida con un funambulismo al que uno no puede renunciar una vez que eres consciente de la realidad y de tu papel en ella. Inseparables dolor y alegría, eso es vivir. Es esa responsabilidad la que muerde la mujer en la manzana a la que luego invita al hombre pero ante la cual éste no lo tiene claro. La mujer ha cargado durante siglos con el papel de mala en esta historia, la que fue débil ante la serpiente y por su culpa la pareja, hombre y mujer, fueron expulsados del paraíso, lugar idílico en el que pudieron vivir sin miedo pero ignorantes, desnudos pero inconscientes de la belleza del cuerpo y del placer que este puede suponer, inseparable de la tentación y del deseo como fuego que aviva la hoguera. Es muy cuestionable si merece la pena vivir sin esa lucidez, si es preferible la ignorancia a cambio de la felicidad, si es posible, incluso, llamar felicidad a ese estado. Sólo la lucidez te lleva a descubrir la tristeza y sufrimiento de los otros y con ese descubrimiento tu propia tristeza y sufrimiento. Sólo la lucidez te permite comprender el valor de la flor en el cenagal y entender los matices que esconde la vida y saber que son inseparables la luz y la oscuridad, el bien y el mal, el acierto y el error. Es necesaria esa lucidez en primer lugar, no para encontrar todas las respuestas sino para plantearte las primeras y necesarias preguntas. El Dios de ese Génesis merece ser desobedecido y la leyenda modificada.
 A la entrada del Jardín se encuentran Jehová y Lucifer, el bien y el mal, lo positivo y lo negativo, la luz y la oscuridad, el  yang y el yin , esperaban a Eva y a Adán. Lucifer dijo a la mujer: "¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?". La mujer le respondió: "Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín, pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: ‘No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte’".  Lucifer dijo a la mujer: "No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal". Dios que oyó esto avisó que el conocimiento del bien y del mal les traería sufrimiento y él castigaría ese comportamiento.  Eva miró a Adán preguntándole qué hacer, elegir entre el conocimiento del Bien y del Mal o su ignorancia y sopesar la amenaza de Jehová. Eva creyó que una vida que no se pudiera contemplar en su integridad no merecía la pena ser vivida, Adán miró a su alrededor y su mirada se ensombreció al contemplar todo lo que podía perder. Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él, pensativo durante un tiempo, también comió. Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera. Entonces oyeron la voz de Jehová que les preguntó: “¿Acaso habéis comido del árbol que yo os prohibí?". El hombre respondió con algo de cobardía: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él".  Jehová dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?". La mujer respondió: Lucifer me convenció y comí, creo que hemos sido creados para ser dueños de nuestra vida, no simples juguetes sino seres conscientes, y Jehová dijo a la mujer: "Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido, y él te dominará" y la mujer lo acepto sin miedo. Y Jehová  dijo al hombre: "Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. Él te producirá cardos y espinas y comerás la hierba del campo. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás! Después Jehová dijo: "El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que ahora extienda su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para siempre".  Entonces expulsó al hombre del Jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado.  Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida. Adán y Eva eligieron vivir fuera del paraíso, en libertad, con sus propias decisiones, con el placer y el dolor, haciéndose la pregunta de donde se encuentra realmente Dios.


jueves, 8 de marzo de 2018

Mujeres tenían que ser.


Crecí en un matriarcado en el que la educación emocional y cultural la puso mi madre, una mujer que no estudió, en aquellos años no tenía mucho sentido eso pues su objetivo tenía que ser el de buena madre y esposa y eso no se aprendía en la escuela. Sin ella yo no hubiera sido el mismo y sospecho yo que puede que peor.
Desde adolescente las mejores amistades que he tenido en su mayor parte han sido mujeres, escuchan mejor, son más receptivas, tienen una mayor sensibilidad para entender lo más tierno del ser humano, aquello que exige apertura emocional. Es ahí donde puedes encontrar la verdadera complicidad.
Si he de poner nombres a momentos de mi vida, la mayoría de estos momentos lo tendrían femeninos. Tiempos que pueden ir desde unos días a unos años. Momentos que dejaron huella, momentos que hicieron por sanar, días para el placer pero también, en ocasiones, para el dolor. La vida, para ser justa, sólo podría escribirse en femenino.
He sido maestro, mentiría si dijera que no hay diferencia entre niños y niñas, son estas las que responden mejor en el mundo académico, son, en general, con ellas con las que se puede trabajar con una mayor comodidad y un mejor rendimiento.  Habiendo quedado atrás los años en los que la universidad era casi exclusiva propiedad de los varones hoy la presencia de la mujer es mayoritaria en ella.

He trabajado y en ese trabajo mi mayor coincidencia se ha dado con las mujeres. De todo ahí en la viña del señor pero cuando hoy recuerdo nombres de compañeros y compañeras es mayor cantidad los de estas últimas a la hora de encontrarme cómodo trabajando junto a ellas y dialogando en los momentos de descanso. 
Hoy soy discapacitado total, dependo completamente de los demás, sin ellos a mi lado no podría hacer nada salvo pensar. He dicho ellos pero debería decir ellas, aquella madre de la que hablé al principio y que dedicó buena parte de su vida a cuidar a su madrastra (si me puede reponer el curso este al finalle tocó a ella por la razón indiscutible de ser la mujer entre los hermanos) para después ejercer de abuela. Repito, soy un gran inválido y necesito alguien que me cuide, ese alguien es mi esposa. Me es difícil imaginar otra persona con más nivel de sacrificio y que hace aquello por un evidente único motivo: amor. En esta vida sólo he visto a mujeres sacrificar su carrera profesional para cuidar a otros.
Soy varón, no sé si por eso tengo derecho a disponer de un lugar para el reposo del guerrero, si tengo o no ese derecho la verdad es que aquí está: mi hogar. Nunca he tenido a mi lado a una persona en la que poder confiar tanto, mi esposa, mi compañera. Con nadie he llegado a hablar con mayor profundidad e incluso, a veces, crudeza, la misma que muestra la vida. Espero que en algún momento de esa vida yo también haya podido ser su reposo.
Sacrificadas, vitales, inteligentes, buenas profesionales, rigurosas en su trabajo, cómplices, sensibles, confidentes, significativas, dispuestas, donde se gesta la vida y aún así condenadas por una ley no escrita a un segundo plano. Mujeres tenían que ser