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sábado, 15 de diciembre de 2018

JUEGO DE LOCOS




Los estados nacen y mueren, todos tienen un principio y un final, ninguna tierra es propiedad de nadie y es un gran disparate pensar que merece la pena canjearla por sangre, los problemas políticos han de ser resueltos de forma política, es decir, alrededor de una mesa y mediante el diálogo y seguramente la cesión por ambas partes que previsiblemente acabaran con cierto descontento, para ello son necesarias personas de carne y hueso, no de hierro, insensibles e incapaces de pensar en función de la evolución de los acontecimientos, personas dotadas de una ética de la responsabilidad, no de principios inquebrantables, cuesta encontrar políticos de este tipo, los que hay venden únicamente discursos a cambio de votos sin asumir cuota alguna de responsabilidad si su posición no se lo exige o el tamaño de su cerebro se lo impide. Es temible contemplar la realidad que nos rodea, especialmente si nos encontramos a una tipología tan estúpida (no son palabras mías sino de Joan Tardá) como la de  Quim Torra haciendo una referencia tan sin sentido, tan falta del catalán seny, a la vía eslovena. Este señor, presidente, vicario de  o como guste llamarse, tiene la facilidad de que se le suelta en libertad la boca cuando se encuentra en tierra amiga e intenta pobremente corregirse a sí mismo cuando no lo está del todo y se le soltó cuando hizo esa referencia que puso de manifiesto su rudimentaria forma de pensar ya expuesta en su tiempo anterior al cargo que ocupa en este momento y que reafirmó su carácter xenófobo y supremacista por mucho que él intente negarlo. La población eslovena era por aquel entonces casi plenamente homogénea; se realizó un referéndum con una participación del 93% de participación y un 95% de ella se pronuncio a favor de la independencia de una Yugoslavia que por aquel entonces estaba muy lejos de poder ser considerada como un estado democrático. Cifras completamente diferentes a las que pudieron arrojar el intento de referéndum llevado a cabo sin garantías democráticas algunas y las llamadas elecciones plebiscitarias. Para Quim Torra seguro que no hay diferencia alguna entre el caso esloveno y el catalán, para él seguro que ambos casos son similares, en el caso catalán toda la población de ese tipo era independentista, pensaba como él, aquella que no lo hiciera no es catalana y como tal es una población sin derechos especialmente al tratarse de una población no humana como ya manifestó en su momento. Dormirá pues creyéndose demócrata como lo harán todos aquellos que le apoyan, los derechos son solo para el genero humano, no para las bestias, para estas no importa la represión y la muerte, todo lo contrario que para la considerada independentista. Es sorprendente que entre los suyos no surja nadie que conteste a estos planteamientos, comportamientos que van en detrimento cada vez mayor de la clase política, clase que parece callar sea cual sea la situación y/o no ser capaz de pensar por cuenta propia. Es verdaderamente triste un pensamiento así en un pueblo que ayer se creía especialmente racional y modélico, hoy el modelo habrá que buscarlo, si existe, en otro lugar y el pueblo catalán ser capaz de ejercer autocritica para hacer lo mismo.
En este juego de locos, un juego de tronos tan insensato como el televisivo, juega un papel fundamental los que se hacen llamar CDR (Comités de defensa de la República). Podría decirse que solo cabe defender lo ya existente y cabria preguntarse dónde se encuentra esa República. La función de estos grupos es más la de guardia pretoriana al servicio de los señores del momento y es temible pensar la calidad humana de las normas democráticas que estas personas tengan que defender. Desde una persona que desearía formar parte de una República antes que de una Monarquía Parlamentaria creo que puedo decir sin sospecha que la igualdad y justicia de un país no depende de un sistema u otro sino del gobierno y la mayoría parlamentaria encargados de tomar las decisiones políticas correspondientes, y no parece que el gobierno catalán, CDR y otros grupos y partidos de ese arco sean capaces de hacer presagiar un buen futuro. La sensación es que el gobern en Bélgica o en Barcelona deseen con el uso de los encapuchados la aparición de al menos un muerto y un asesino, de un mártir y un verdugo que pasen a formar parte de una historia partidista y falsa que todo nacionalismo esgrime, una manera de iniciar la vía eslovena. Un juego de locos en el que cuesta escuchar algunas palabras sensatas que lleven al acercamiento sin echar más leña al fuego. Para ello, sea desde un lado u otro, no cuenten conmigo.

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