Si
hay algo que diferencia al ser humano del resto de los animales es el pensar,
si hay algo que cada vez parece menos frecuente es esa facultad. Pensar es
bastante más que formarse ideas en la mente, que amontonar palabras e imágenes
en ella, pensar es bastante más que eructar una catarata de esas palabras, quien
mucho habla no por ello mucho piensa. Hemos generado una sociedad llena de boceras más no de pensadores y es que
pensar no es fácil.
Pensar
supone soledad en su durante y en su
después. Soledad física en ese momento del pensamiento. Difícilmente será capaz
de pensar con autenticidad aquel que es incapaz de vivir y soportar la soledad.
Pensar es, de alguna manera, distanciarse de la realidad; haberse zambullido en
ella para luego tomar distancia y permitir que el ruido no nos aturda. Pensar
supone ese distanciamiento aun cuando la soledad física no sea posible. Vivir
es dialogar con lo que ocurre, realizar un intercambio de acción y de
pensamiento, es un recibir y un dar, pensar es un preguntarse y un responder.
Si no hay preguntas no hay pensamiento, si no hay preguntas eludimos la dureza
que pueden suponer estas y al mismo tiempo eludimos la dureza que nos pueden
suponer sus respuestas. Vivir sin ambas es dejarse llevar sin más pero también
es renunciar a aquello que nos hace verdaderamente humanos.
Pensar
a veces implica asombro, sorpresa,
lo no esperado y esto supone salir de la zona de confort para entrar en la de
riesgo, es decir, abandonar la comodidad para aventurarse en espacios que no
siempre sabemos donde nos llevarán, eso sí, al cambio. El asombro nos puede
suponer fascinación, encontrar aquello que andábamos buscando, encontrar
respuesta a los interrogantes que nos incomodaba, pero también puede ocasionar
turbación e incluso espanto, encontrar respuestas de las que queremos huir,
adentrarnos en caminos que nos desequilibran y de los que nos surgen aún más
interrogantes. El asombro nos puede producir admiración pero también confusión
y desconcierto. Pensar es el riesgo de vivir, tropezar y levantarse, tropezar y
razonar sobre el tropiezo. No es la continuidad lo que nos hace vivos sino el
cambio, la muerte y la regeneración celular, saber que seguimos siendo los
mismos pero que a la vez cada día somos diferentes. La realidad cambia y nosotros
no podemos ser impermeables a ese cambio..
Pensar
es transgresión y, por lo tanto,
enfrentamiento. Pensar es conflicto, quien no lo desee que no piense, quien no
lo tenga es fácil creer que se encuentra alejado de un pensamiento propio.
Pensar no es reproducir sin más pensamientos ajenos, no hay pensamientos
originales, estos como el hombre mismo son producto del pasado por lo tanto,
pensar no es inventar nada absolutamente único pero si caminar con la propias
piernas, ver con los propios ojos, oír con los propios oídos, pensar con el
propio cerebro, sentir con el propio corazón. Se trata de no seguir de forma
autómata el sendero que otros nos han trazado sino de elegir, en la medida de
lo posible, nuestros propios pasos y nuestro propio camino en el que
coincidiremos con otros pero también, a veces, giraremos el sentido de nuestro
propio caminar. Lamentablemente los caminos trazados con los que nos
encontramos en la actualidad en forma de aparatos de partidos, sindicatos o iglesias,
son, desde mi punto de vista, máquinas trituradoras del pensamiento propio, es
decir, de pensamiento sin más. No se trata de crear sino de reproducir, en
ellos hay muy escaso margen para la heterodoxia..
Visto
lo visto es evidente que el pensar ha de ir acompañado de la valentía. Que el cobarde respire, coma,
beba, realice su cuerpo toda función fisiológica, se relacione y hasta tenga
éxito en la vida y al final, como todos, muera, pero que no llame pensar a esa
mezcla de lugares comunes que se amontonan en su cabeza por mucho que estos se
repitan y tengan éxito en la sociedad. No es la valentía lo que se premia, sino
la fidelidad, el conflicto de ideas es conflicto sin más, el riesgo de
enfrentamiento es algo de lo que hay que huir. Triunfará el cobarde, el que no
piensa, el que tiene otras pretensiones que analizar la realidad. Se trata de
la victoria de la mediocridad y de la confusión entre fidelidad y mero
seguidismo.
Soledad,
enfrentamiento, conflicto, sólo puede significar dolor. Pensar a menudo es doloroso de la misma manera qué vivir es
doloroso, no nos engañemos, pero es nuestra obligación, se trata del tributo a
pagar por ser humanos. Rehuyamos la felicidad que otorga la ignorancia y la seguridad
que nos da el establo, asumamos el riesgo de vivir, la aventura de ser cada día
aquellos que queremos ser y no aquellos que se empeñan en que seamos. Pensar
nos traerá dolor pero también nos traerá gozo,
la satisfacción de hacer algo en lo que nadie nos podrá sustituir, no se trata
de producir algo absolutamente original sino de algo específicamente nuestro,
que ninguna otra persona puede parir por nosotros. Es el gozo de descubrir, de
sentir la libertad de pensar. Un texto de Gibrán Khalil
Gibrán, de su libro El Profeta dice “podéis cubrir el tambor y podéis aflojar las
cuerdas de la lira, pero ¿quién ordenará a la alondra del cielo que no cante?”,
del mismo modo, ¿quién podrá ordenarnos que no pensemos?
Construir
un nuevo presente y un nuevo mañana comienza por pensar ese nuevo presente y
ese nuevo mañana, por pensar como llegar a él y, especialmente, por pensar un
nuevo nosotros.
"Que maravilloso instrumento el pensamiento"!!! La pena es que se utilice más para copiar y pegar que para crear. Yo acostumbro a divagar - y mucho - dejo que las ideas sedimenten y luego las organizo en forma de oración, prosa, poesía y hasta tontería y les pongo un marco universal.
ResponderEliminarUn placer leerte Jesús, no dejes de escribir. . .