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viernes, 22 de enero de 2016

UN REFERÉNDUM, POR FAVOR




Es triste contemplar el empecinamiento y la mediocridad con las que una parte y otra se enfrentan a un problema que les desborda. Los unos dispuestos a cualquier claudicación con tal de llevar adelante su “proceso” arrasando e ignorando a quien sea necesario y los otros negándose en redondo a la más mínima concesión caminando hacia el precipicio que sea llevando con ellos a todo un pueblo. Ambos desechando las más elementales normas del quehacer político como es la búsqueda del equilibrio entre las convicciones y la realidad, entre actuar por el deseo y tener en cuenta sus consecuencias, rechazando toda negociación y haciendo gala de un orgullo que sólo pone de manifiesto su temible pequeñez. Dos nacionalismos se enfrentan, los dos desconociendo los más mínimas enseñanzas de la historia, es lo que pasa cuando la historia es sustituida por la mitología; ideologías contrapuestas se esconden tras dos banderas, quizá con el acto de esconder lo que se hace es que desaparezcan esas ideologías, tras las banderas no hay nada, sólo el fervor nacionalista, no hay razón que valga, solo emoción, no hay caminar de un pueblo, sólo su desfile bajo los acordes de un himno y con ello nosotros observamos con asombro y cansancio como dos animales chocan la testuz guiados por el ardor de sus entrañas.


Asistimos a la falta de talante democrático en las dos partes. El referéndum se hará, no podrá ser de otra manera dado el porcentaje de población que lo demanda pero no toda esa población pretende “romper” España por mucho que se intente meter en el mismo saco a unos y a otros, el tiempo que transcurra mientras tanto será un tiempo perdido en el que las posiciones sólo se irán enconando y pudiera ser que los movimientos habidos en ese tiempo vengan a servir a intereses contrarios a los pretendidos. El referéndum se hará y se hará únicamente en Cataluña, dejémonos de enredos, otra posición es inviable, es el tiempo de acercar posiciones y limar asperezas, el trabajo a realizar en él ha de ser regular sus condiciones y poner de manifiesto en esa negociación hasta donde llega el espíritu democrático de cada parte. Habrá que hablar de porcentajes necesarios, de una mayoría sobre los votos o sobre el censo, de lo que ha de ocurrir con las provincias que se manifiesten en contra, del voto catalán en el exterior, de la invalidez de las llamadas elecciones plebiscitarias o de referéndums alegales, del atentado a la convivencia que supone un proceso basado en una minoría y que sólo viene a tensar esa convivencia, de lo que significa ser catalán y ser español, de la necesidad de cesar los enfrentamientos y en especial los alentados desde el poder, del derecho de ambas partes de vivir en paz, de la manera de deshacer los estereotipos y prejuicios que hay de cada parte, de la forma de erradicar los simplismos en el pensamiento que se tramite, entender que estos son iguales en una y otra parte aunque defiendan posiciones opuestas. Lo importante de un país no es su territorio es su gente, no es una cuestión geográfica sino cívica, no se soluciona con el choque sino con la política, no valen líneas rojas sino puentes, no existen dogmas, no se encuentran las personas al servicio de estos sino que es el pensamiento el que está al servicio de ellas, no sirven los políticos que sean obstáculos cobardes sino aquellos que avanzan hacia el otro con valentía dispuestos al abrazo más que a la pelea. El político no se encuentra ahí para empecinarse en implantar su sueño sino para gestionar con inteligencia y sabiduría la realidad, no es un simple recaudador de votos sino que ha de ser también un educador de la sociedad, ha de pensar y analizar no puede ser un simple papagayo repitiendo el argumentario que le presentan. Una de las preguntas que debemos hacernos es qué perfil del mismo estamos potenciando, de qué lado nos encontramos, como estamos viviendo y compartiendo este problema.

Un referéndum, por favor, aunque sólo sea para dejar de escuchar tanta barbaridad y tanta tontería, para sentirnos protagonistas juiciosos y no cabras montesas echándose al monte, para sentirnos humanos y no simples animales mitad leones mitad corderos según seamos  incitados.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, estamos muy contaminados de juicios sin valor y mediocridad. La inteligencia anda confundida y la sabiduría escasa. El tablero de juego se ha movido (es otro) y replicar la misma conducta sin cambiar reglas nos lleva al desentendimiento en el que nos encontramos. Mi sentimiento es de tristeza y enfado (contenido y también contaminante) Gracias por tu artículo y por la parte de responsabilidad ejemplar que ejerces desde la individualidad, motivo de esperanza. Te deseo una feliz semana

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