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jueves, 25 de octubre de 2018

Abstracción





Encontrarse incapacitado prácticamente para todo supone un drama del que es muy difícil evadirse, las piernas y los brazos pesan aunque no pueda moverlos, se encuentran presentes haga lo que haga, esté donde esté, piense lo que piense, siempre… o casi siempre. Hace unos días asistí a un concierto de jazz y por algo más de una hora dejaron de existir, la música comenzó a sonar y la magia se desplegó, las notas me envolvieron y por un tiempo dejé de pensar. El pensamiento, arma de avance y retroceso, de ataque y defensa, de cordura y locura. Todo desapareció salvo la música, había llegado el momento de abstraerse, de lanzarse a esa piscina sonora y volver a estar completo. Suena la música, cierras los ojos, el mundo tiene sentido. Suena la música, tú te encuentras solo, eres el único espectador. Suena la música, avanzas por una alameda en la que todo te hace sentir, el susurrar del viento, el oscilar de las hojas, el crujir de tus pisadas aparece escrito sobre un pentagrama. Suena la música, todo desaparece a tu alrededor, nada puede distraerte, el mundo es un juego de armonías. Suena la música, te dejas mecer por las vibraciones. Suena la música, las lágrimas resbalan, vuelas, eres libre.

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