Etiquetas

jueves, 7 de marzo de 2013

¿POR QUÉ NO?

-->
¿Qué lo impide? ¿Qué impide soñar, imaginar otras formas de la realidad? ¿Qué impide ponerse manos a la obra para construirlas?  Lo impide ser hombres y mujeres incapaces de imaginar esas otras formas, temerosos de los cambios, convencidos de que su presente es el final de la historia, la estación término a la que estábamos destinados. Lo impide ser incapaces de diseñar caminos de diálogo y encuentro, solo ocupados y preocupados por sujetar las riendas, solo capaces de imaginar catástrofes y abismos más allá del hoy permanente.

Vivimos tiempos de crisis. Toda crisis es momento de cambio y todo cambio oportunidad para la mejora. Es esta actitud, el diálogo, los deseos de identificar lo mejorable y las ganas de mejorarlo,  con la que hay que afrontar esos tiempos, la que debe predominar en ellos, no el temor.

¿Por qué no concebir otras formas? ¿Por qué no ser capaces de llegar a ellas? ¿Qué pecado cometo al pensarlas? ¿Qué pecado al proponerlas? ¿Qué desatino es ese de imaginar que he llegado a nacer en el cénit de la historia y que las formas de este momento están por encima de mis coetáneos y de mi mismo? ¿Qué invento es ese de la patria? ¿Qué invento el de la nación? ¿Qué invento el de la autonomía? Puros constructos sociales, meros artefactos que hemos ido creando y ante los que nos comportamos como si fueran de naturaleza esencial por encima del hombre mismo que los creó, ante los que nos supeditamos. Que sirven para unirnos tanto como para separarnos. Generamos los dioses a los que adorar, ante los que arrodillarnos, por los que renunciar al pensamiento. Convertimos a nuestras criaturas en nuestros señores, necesitamos renunciar a nuestra libertad de crear, nos asusta el riesgo al que nos asomamos al hacerlo.

Vivimos una época constituyente, aunque nos dé miedo aceptarlo, aunque nos resistamos a ello y prefiramos que el melón explote antes que abrirlo. Es momento de imaginar. ¿Por qué no hacerlo?

Yo imagino una república. Ya es momento para ello. La imagino no al modo de los viejos románticos envueltos en banderas tricolor. Me da igual su bandera. Otro trapo. Me dan igual sus colores. No invitaré a nadie a verter su sangre por ellos. La imagino como forma de Estado viable a la que con mesura y cabeza hay que ponerse a ello.

Puesto a soñar despierto imagino una República Ibérica en la que incorporo a Portugal. ¿Por qué no? ¿Qué me separa de ellos más que de otros?

Imagino una república en la que uno está libremente. En la que se anticipan soluciones al conflicto antes de que este surja. En la que no se idealizan entes superiores al ciudadano mismo y las puertas de entrada y salida ya se encuentran diseñadas. En la que no se tiene miedo a las palabras.

Me aburre el autonomismo, un pseudonacionalismo mucho más artificioso. Porque, ¿qué artificio es ese de Castilla-La Mancha? Puestos a imaginar imagino una Castilla que abarque desde el Cantábrico hasta Sierra Morena. ¿Qué hay menos que me una a un habitante de Asturias que a uno de Albacete? El invento ya tuvo su tiempo. ¿Por qué no ir a por otro?

Imagino a conciudadanos reunidos con la ilusión de recrear, sin tabúes, metiendo la tijera donde haya que meterla, y siendo capaces de inventar nuevos constructos, nuevas instituciones, nuevas formas organizativas en las que sea más fácil y real la participación. Con la inteligencia para darse cuenta cuando la imagen se encuentra quemada y la generosidad para dejar paso a otros. Capaces de hacer lo que desconocían que era imposible.

Pero todo esto no deja de ser imaginaciones mías. ¿A quien pueden interesar? Sueños adolescentes de quien nunca terminará de crecer. Pero la realidad solo cambia a base de imaginarla distinta. La historia no existe si es inmutable y el devenir histórico chirría si nos empeñamos en vestirlo con trajes diseñados para otra época. Los hijos crecen, los trajes no y a veces parece que tenemos más cariño al traje que al hijo. Idealizamos el primero y sacrificamos por ello al segundo. Los sueños son sueños, pero a veces se cumplen si nos empeñamos. ¿Por qué no?
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario