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miércoles, 4 de enero de 2012

UN LUGAR PARA LA POESÍA


¿Qué es la poesía? La mirada distinta, el ojo escrutador vuelto hacia mí, el lenguaje de la piel y el corazón, el yo escindido, el sujeto abierto al otro dejándose fecundar por él, habitar por sus vivencias, lo mínimo abierto al infinito, sensibilidad ante el dolor y la pobreza, ante la tristeza y la alegría, desobediencia, trasgresión, juego, crepúsculo, matiz, palabra que rasga y sutura, hiende y desborda, conmueve, transforma. Lo micro.

Poesía no es solo escritura, poeta no es solo escritor. Un poema puede ser un gesto, un suceso, una conversación, una decisión, una forma de vivir. Un poeta puede ser una persona sencilla que nunca haya escrito una letra, alguien desconocido, sencillo, nunca anónimo, pero profundamente suyo en su manera de vivir.

En un mundo dominado por lo macro, ¿hay lugar para la poesía? Lo importante es lo macro, la macroeconomía, la macropolítica, la macrohistoria. Parece convertirse en el argumento principal de nuestro ser social, el eje de nuestro diálogo y de nuestra acción, que termina acaparando nuestro pensamiento, al menos aquel que verbalizamos. Lo demás es secundario, una pérdida de tiempo, un entretenimiento. Depositamos nuestra mirada allá donde no podemos llegar por nuestros propios medios, allá donde solo podemos actuar en unión con otros. Y está bien si fuese así, si todo eso no fuese a menudo una máscara para simular que hacemos, para tener algo en lo que ocupar el núcleo de nuestra comunicación y simular que nos comunicamos.

Pero es en la intrahistoria donde se insertan los pilares de nuestra vida, la que es real, la que disfrutamos y padecemos; es en la micropolítica donde nos reflejamos tal cual somos, la que refleja las relaciones que establecemos con los otros y con nosotros mismos. Escabullirse de ello es, de alguna manera, enajenarse, salir de uno para entrar en terrenos extraños pero menos conflictivos y más rentables, ignorar lo propio para centrarse en lo externo. Se hace necesaria la mirada hacia lo pequeño sin perder la mirada global. La mirada hacia lo pequeño pero no cualquier mirada, sino una mirada poética, una que vaya más allá de lo obvio para entrar en los matices, que no represente la realidad en blanco y negro sino que sea capaz de manejar cualquier color y tonalidad, que no quede circunscrita a un lenguaje medible sino que rompa límites con el simbólico, que descubra lo que de otros tiene uno, que no se instale en la mediocridad para sentirse segura, que valore el inevitable componente ético que ha de tener la belleza y que persiga esta en cada acción que realice, que busque su propio yo sin contentarse con ser un plagio más al calor del establo (si todos somos plagio, ¿quién fue el original?). Se hace necesaria la mirada poética, porque:

Sucede que el mundo da vueltas a la noria sin encontrar la salida, solo los que son capaces de soñar lo imposible encuentran nuevos caminos.

Sucede que la política es una parodia en la que se mercadea con los gestos si no se preocupa como objetivo principal de hacer nacer hombres nuevos.

Sucede que mi vida es una tragicomedia de ficción si no hablo, no miro, no pienso sobre ese yo prioridad de todo proyecto, pilar de toda construcción personal o social.

Sucede que el hombre es por naturaleza bello y horrible a la vez y en esa pugna se libra la razón de ser de la humanidad.

Sucede que no veo aunque tenga ojos y no oigo aunque tenga oídos ni valioso aunque mi precio sea alto si no veo y oigo y actúo con sensibilidad.

Sucede que mi vida es un reality sohw vulgar si no voy haciendo poesía a mi paso.

1 comentario:

  1. Yo siempre pensé que la poesia es decir la vida, si acaso con la necesaria capacidad de extrañeza como para emocione a quien la lea. Eso si, existen muchas maneras de escribir un poema. Y muchos poetas que pasan su vida sin que nadie repare en ellos ni en la belleza que siembran.

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