Que
envidia. Cuanta vida me perdí. Cuantos Jesús me gustaría haber sido, con cuantas
personas, en cuantos lugares, cuantos deseos insatisfechos, cuantas bocas
cerradas tragando palabras por decir, cuantas miradas que terminaron volando
sin que fueran atrapadas, cuantas vidas que me hubiera gustado tener, cuantas
risas, cuantos besos, cuantos recuerdos que no tuve. Gracias por dejarme
vuestros pasados, por vivir vuestras risas, imaginar vuestros besos y vuestros
secretos. Mi vida estos días estos días, es también la vuestra aunque me quede
sentado en el suelo, apoyado en la pared de vuestra casa que no conozco y
únicamente la vea pasar. Gracias por dejarme ser vosotros y vosotras aunque
sólo sea un instante. Abrazos y besos que entonces no os di.
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