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domingo, 26 de febrero de 2023

AFORISMOS (6)



 

1.       No destruyas por tu orgullo intelectual lo que hace bueno y feliz al otro.

 

2.       Nadie puede traicionar a España pues es un simple sustantivo que designa un territorio y como tal ni siente ni padece, estos sentimientos solo los pueden tener la población que lo habita. Territorio que con ese nombre tuvo su inicio, modificó ese espacio a lo largo del tiempo y tendrá su final. Lo verdaderamente importante es que en todo ese tiempo no se vierta sangre, que los conflictos se resuelvan mediante el diálogo y la negociación, una sola gota de sangre es señal de fracaso de la política y de los políticos.

 

3.       “Por Dios, por la patria y el rey lucharon nuestros padres. Por Dios por la patria y el rey lucharemos nosotros también “ decía un viejo himno, himno que en la actualidad hay quien quiere hacerlo revivir. Ninguna de esas tres ideas merece que sea derramada una pizca de sangre por ella y sin embargo parece que algunos desean enardecer a ello si se presenta la ocasión.

 

4.       Me gustaría vivir en un país donde poder todos mirarnos a los ojos sin ira, donde admirar las diferencias y disfrutar de ellas, donde las grandes acusaciones e insultos pudieran ir quedando en el cesto de la ropa vieja, donde encontrarme cara al sol no ciegue mi pensamiento ni donde sentarme por la noche a ver las estrellas corra el riesgo de deslumbrarme por la falta de costumbre de valorar toda la belleza que me rodea.

 

5.       Vivimos en un mundo en el que es fácil acumular certezas, en general basta con una autoridad que nos las transmita. La primera de las certezas ha de ser la propia autoridad, esta y aquellas nos transmiten lo necesario para vivir en tranquilidad, ambas cumplen con lo justo del dilema del huevo o la gallina, si fue anterior el dogma que otorgó autoridad al hombre o fue el hombre que aprovechando su autoridad creó el dogma, en cualquier caso, en el inicio de todo sí tuvo que estar el hombre que basándose en sus delirios o en sus intereses generó el primer dogma.

 

6.       Es evidente que nos encontramos ante una actitud dogmática que como bien me definieron últimamente se encuentra cargada de respuestas sin haberse realizado anteriormente ninguna pregunta, una personalidad perezosa y cómoda que necesita a alguien que le dicte el camino:

 

7.       La creencia tiene una función social antes que una de intelecto.

 

8.       Las certezas huelen a religión, es evidente, no hay autoridad mayor que la suya ni paz y bienestar más grandes que las que esta otorga lo que no significa verdad ni que esas certezas férreas y la facilidad para el sometimiento a una autoridad no se de en otros ámbitos.

 

9.       El ser humano desea vivir en la seguridad, aunque para ello deba renunciar a la iniciativa en su pensar.

 

10.   Las consecuencias de abandonar esas certezas y la subordinación a la autoridad es la pérdida de la seguridad y de la tranquilidad moral.

 

11.   Vivir en un mundo en el que las respuestas a las grandes preguntas nos sobrepasan, este vivir exige un cierto ejercicio de funambulismo con el esfuerzo que supone mantener en todo momento el equilibrio para evitar el riesgo de caer, funambulismo cuestionando buena parte de las certezas que sostienen a la sociedad manteniendo una actitud centrífuga que te lleva a moverte en los márgenes de la mayoría de los grupos sociales en los que te encuentras y que hace que te hagas una nueva pregunta, si merece la pena cuestionar la ficción en la que vive un sujeto inocente y bondadoso al que esa ficción le aporta seguridad y paz.

 

12.   Cabe preguntarse quién eres tú para socavar la seguridad en la que se sustenta ese inocente por mucho que tú consideres que sea sobre errores de bulto, quién eres tú para interferir en la paz que le permite disfrutar de cierto bienestar a alguien que ha conseguido alcanzar la bondad a pesar de la problemática y el caos que predomina en su nido, son sus certezas las que han hecho posible todo eso.:

 

13.   Ten cuidado cuando te sientes arriba porque los que te alzan pueden ser los mismos que te derriban.

 

14.   Quien mucho habla, a menudo, mucho miente.

 

15.   Los plenos y asambleas en los que las posiciones ya vienen tomadas y el ejercicio cerebral de nuestras señorías parece responder a un electroencefalograma plano, no escuchan, no piensan, solo obedecen. Podría prescindirse de ellos.

 

16.   Parece que los españoles no estamos hechos para el diálogo, podemos echar un vistazo a una asamblea, reunión de junta directiva, reunión orgánica, comunidad de vecinos, tertulias televisivas, incluso claustros de profesores, grupos de amigos o familiares. No se escucha, se habla en parejas sin prestar atención a la persona que en ese momento habla para todos, si existe un orden del día cuesta llevarlo a cabo, se interrumpe cuando se quiere, habitualmente no existe turno de palabra, habla quien más levanta la voz, pobre de aquella persona que habla bajo, si existe ese turno cuesta que se respete, fácilmente se levanta la voz y se acaba hablando a voces, las conversaciones se enredan hasta tal punto que uno no sabe de qué se está hablando en ese momento. En general podemos hablar de caos más que de orden.

 

17.   Hablamos para identificarnos con un grupo, no hablamos para hacernos comprender, para convencer, hablamos para vencer y en ocasiones para humillar.

 

18.   No nos preguntamos nada que arriesgue alguna de nuestras certezas y ponga en juego nuestra tranquilidad y la podamos perder. No escuchamos voz alguna de nuestro interior que nos lleve a cuestionar lo que somos, no queremos manejar un pensamiento libre, acostumbrar a nuestro cerebro a ser librepensadores abiertos al mundo y al diferente, a hablar para acercarnos y a escuchar para comprender al otro y aprender.

 

19.   Hablamos utilizando afirmaciones categóricas y muy raramente interrogantes que se puedan volver contra nosotros, así difícilmente ejercitaremos la sana práctica del diálogo:

 

20.   Ser ateo no deja de ser otra forma de ser creyente pues utiliza un argumentario muy simple en torno a un concepto de Dios y a unos dogmas fácilmente desmontables y una idea de la religión a menudo más atrasada y simplista que la de los propios creyentes.

 

21.   A veces el ateísmo pretende responder a las grandes preguntas de forma excesivamente básica que no desmonta a estas alturas prácticamente nada. Recurrir en última instancia a la teoría del Big Bang pone de manifiesto lo que sabemos, pero también lo mucho que ignoramos respecto a esas grandes preguntas, ¿qué hay más allá del infinito?, ¿cual es el principio de los principios?, ¿comprendemos en toda su complejidad la idea de infinito?, la teoría del Big Bang supone la creación conjunta de materia, espacio y tiempo, pero de qué hablamos más allá de ese infinito y por qué hay algo vez de nada. La última gran pregunta es si es compatible todo eso con la idea de lo absoluto o el concepto Dios replanteando su significado todo lo que sea necesario. Lo cierto, y quizás triste, es que esas preguntas no van a tener una respuesta suficientemente concreta, y el concepto Dios entendido como lo absoluto, sencillamente, no la tendrá.

 

22.   ¿Merece entonces la pena plantearse el concepto Dios sabiendo que no tiene respuesta? La respuesta es sí asumiendo que del campo científico tengamos que pasarnos al filosófico y entrar al fondo de nuestro yo cuestionándonos nuestro proyecto vital. Quizás una negativa a este esfuerzo solo ponga de manifiesto cierta pereza mental.

 

23.   Del creedor como la persona que busca los matices en aquello en lo que cree y está dispuesta a modificar o cambiar sus creencias si las pruebas de la realidad así se lo exigen, persona que no tiene una inteligencia dogmática sino una inteligencia que duda, la duda como un elemento fundamental en la vida, pasamos a otro original término, el dudante, regalo de Atahualpa Yupanqui. Dudante, cuando la existencia es, en buena medida, duda; cuando la duda es un obstáculo para integrarse en una sociedad de creyentes y crédulos, de dogmas y certezas, de establos y rebaños.

 

24.   El círculo se cierra, del creedor del inicio de Jorge Wagensberg pasamos al dudante de Atahualpa Yupanqui y de éste, para volver al inicio y cerrar el círculo a la perfección, acabamos en el título del último libro de Wagensberg, publicado poco antes de su muerte, “Solo se puede tener fe en la duda”. Un título que parece una contradicción, pero es la vida la que encierra esa contradicción, con la dificultad que supone. Solo se puede tener fe en la duda. Soy un dudante.

 

25.   Lamento decir a los ateos sartrianos algo que quizás no esperen: Dios existe. Sin embargo, que los creyentes no canten victoria pues precisamente por lo anterior es el hombre el que tiene que hacerse a sí mismo, se encuentra solo, no tiene molde en el que cobijarse ni creador que le otorgue la esencia que facilite su mirada en el espejo. Su vida es una pesada y permanente carga de responsabilidad.

 

26.   El ser humano se encuentra rodeado de una realidad que le desborda, de la que forma parte pero de la cual forma menos de una microscópica parte. Una realidad que va mucho más allá de él y que es incapaz de comprender en su totalidad incluso ciñéndonos a la realidad que hoy algunos creen conocer y saber su origen, con unas respuestas que dejan sin explicar una pregunta básica y fundamental: ¿por qué hay algo en vez de nada?

 

27.   ¿por qué hay algo en vez de nada? El célebre big bang deja sin responder esta pregunta, se trata de una Gran Explosión que quiere explicar el inicio del Universo pero que no es capaz de hacer lo mismo con la singularidad que le precedió. Si ese Universo no es suficiente para abrirnos múltiples interrogantes que no somos capaces de responder esa singularidad nos deja sobre la mesa interrogantes con mayúsculas, nos deja abierto el Gran Interrogante, el Absoluto. Absoluto que nos plantea el enigma Dios.

 

28.   Tendemos a entender el concepto de infinito de forma longitudinal, el Universo es inacabable, pero esa imagen que nos hacemos en nuestro cerebro se encuentra muy lejos de corresponderse con la realidad, el Universo es infinito en todas sus dimensiones teniendo en cuenta que ninguna de ellas tiene fin y en todas ellas encontramos nuevos inicios, esta multiplicación se reproduce una y otra vez expandiéndose hacia el exterior pero también hacia el interior.

 

29.   Dios existe pero no es ese ser todopoderoso bajo el que cobijarse y nos orienta en esta vida, Dios es débil, no nos puede ayudar, al contrario, somos nosotros los que tenemos que ayudarle a él, se encuentra en nuestras manos, la responsabilidad es toda nuestra, somos nosotros los que debemos de tomar las decisiones contando únicamente con su silencio. Diréis que ese dios es ficción mía, en efecto, del mismo modo que el otro lo es vuestra

 

30.   . Toda definición de dios es creación del ser humano y por lo tanto errónea. 

 

31.   El ser humano es incapaz de imaginar la naturaleza de ese dios, sus palabras son únicamente un intento de aproximarse a su comprensión y para ello sólo puede utilizar su vocabulario y aquella realidad de la que forma parte y que para él forma parte de ese Dios y debe cuidar.

 

32.   Ser el absoluto supone estar muy por encima de nosotros, aunque resulte paradójico ese absoluto se encuentra en manos de una nimiedad como nosotros. Un absoluto que da sentido a nuestra vida aunque no nos adoctrine ni nos diga cual ha de ser nuestro papel.

 

33.   Nuestra vida carecería de sentido si no fuese para formar parte de ese Todo, para irlo construyendo y reconstruyendo, para amarlo por encima de cada nimiedad en la medida en que su realidad nos desborda, nos transciende.

 

34.   Son los principios básicos de una vida los que han de configurar nuestra forma de ser y es la coincidencia en esa forma de ser lo que importa y no la definición, siempre equivocada, que damos al término Dios o la palabra que elegimos para nombrarlo, conscientes de que es lo innombrable, aquello que nombrar es cosificar, aquello que nombrar es pretender hacer manejable lo inmanejable.

 

35.   Sean cuales sean las palabras que utilicemos se trata de vivir. Vivir una vida lo más solidaria y empática posible y trascendente pues somos conscientes de una realidad que va infinitamente más allá de nuestro egocentrismo.

 

36.   Una actitud trascendente ha de tener una mentalidad abierta que supone tener más preguntas que respuestas, preguntas acerca de la realidad que no consiguen encontrar respuestas que cierren definitivamente esas preguntas. Tener respuestas para todo pone de manifiesto una mentalidad estrecha, cerrada, para la que no hay nada por encima que nos desborde.

 

37.   Ni la ciencia ni religión alguna son capaces de ofrecemos respuestas para todo que nos evite convivir con los enigmas, de igual manera que evitar los interrogantes para los que sabemos no vamos a encontrar solución pone de manifiesto una mentalidad conservadora y perezosa.

 

38.   Vivir es convivir con los grandes interrogantes.

 

39.   Todo este vivir entre preguntas no deja de ser un intento de arañar certidumbre a esos grandes interrogantes, intento que seguro contiene, como todos, sus propios fracasos. Fracasos que no tienen por qué suponer una frustración en la medida en que lo verdaderamente importante, lo esencial, es nuestro quehacer, la manera en cómo afrontamos la vida y no nuestras creencias.

 

40.   Lo que nos une es nuestra práctica vital y no nuestros dogmas que sólo necesitamos para otorgarnos seguridad.

 


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