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domingo, 20 de marzo de 2011

SIEMPRE HAY UNA RAZÓN PARA VIVIR








Efectivamente, siempre hay una razón para vivir... hasta que deja de haberla. Siempre hay una razón para vivir... hasta que la vida se acaba. No dudo que la nueva campaña de la Iglesia no se encuentra asociada a iniciativa política alguna, que es simple iluminación divina, de inocencia angélical. Son ellos los que se empeñan en interponerse en los caminos de dios. Solo digo que las razones pueden agotarse, que ese enunciado se trata de un argumento teórico y que la vivencia de las mismas es pura práxis, es la vida misma. Solo digo que siempre hay razones para vivir con alegría hasta el último momento aunque se llore por dentro (ver el reportaje de Ramón Sampedro) pero nadie tiene derecho a imponer a otro cual ha de ser ese último momento, a obligar legal ni moralmente a que cada enfermo cargue con el madero que le ha tocado en suerte. Sí debe haber obligación de vivir la vida con toda la alegría posible, de transmitir toda la esperanza que podamos atesorar, toda la humanidad con la que nos hayamos cargado, de todo el amor que seamos capaces de dar, de bailar mientras suene la música, pero cuando ya no se sienta uno capaz de cumplir esa exigencia, poder parar la música sin que nadie le coaccione ni a él ni a sus allegados, de rodearse de ternura y misericordia después de tanto sufrimiento vivido. Misericordia quiero y no sacrificio (Mateo, 9:13).
Celebrar la vida también es incorporar a ella la muerte con naturalidad. Esta última, en gran medida aporta sentido a la primera. La muerte no ha de ser un tabú, una traición. Recuerdo el poema de Bertolt Brecht, que también puede ser aplicado aquí: "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.." La lucha de un hombre un día por mantenerse vivo con dignidad legitima su derecho a morir también con ella, sin ser rechazado, repudiado, excolmugado. ¿Donde está la misericordia? ¿Donde la piedad? ¿Donde la humanidad? ¿Donde el acompañamiento al enfermo?
Yo soy enfermo de esclerosis múltiple, no tiene por qué ser una enfermedad que me lleve a una situación límite, pero que nadie me hable de un dios dueño de mi vida y ciego ante mis sufrimientos, que antepone el sábado al hombre, la ley a la misericordia (¿no quedamos que era al revés?) Efectivamente, si la vida es un regalo no la convirtamos en una condena; si la enfermedad te hace más humano, que nos hace, no permitamos que nos degrade hasta perder la esencia misma de esa humanidad ni nos convirtamos en jueces de los criterios de humanidad que hay que imponer a los demás; sí, nuestra vida también les pertenece a todos pero no convirtamos a esos todos en tribunal sumarísimo y distante al sufrimiento que despoja al enfermo de todo derecho sobre sí mismo; que si la vida es un don de dios, ninguno, solo el más cruel desea, que nuestro regalo se vuelva contra el agraciado, ¿es así vuestro dios?; siempre hay una razón para compartir, también el dolor, también la necesidad de parar, de decir basta, de descansar de una vez; para crecer y quizás el mayor ejemplo de crecimiento es poder tener la vivencia lúcida, serena, compartida, tierna, cariñosa del último momento; para celebrar, también la despedida gozosa; para llorar, también el dolor compartido, la humanidad expresada al máximo en el momento crucial, el recuerdo de ese momento sin sufrimiento, de llorar jubilosamente con el último chiste que se tuvo oportunidad de hacer. Si llegado ese momento, me juzgáis y me consideráis culpable y me repudiáis, y tiráis la primera piedra, por favor, no llevéis vuestra ofrenda ante el altar (Mateo, 5, 20-26)

VÍDEOS DE INTERÉS


25/08/2009

Un grupo de ancianos en Australia desafía la legislación de su país para conseguir el derecho a morir por su propia mano, para evitar la degradación física y moral, y la dependencia en grado extremo.
En muchos casos desechan la posibilidad de acabar sus días en una residencia impersonal, bajo el control de la profesión médica y exigen poder elegir su fin dignamente, sin dolor, sin agonía y rodeado de los suyos.

INFORME SEMANAL. LA HORA DE ELUANA.

14/02/2009

Después de 17 años en coma, el corazón de Eluana Englaro dejó de latir. Su muerte se produjo en pleno debate parlamentario para evitar que le fuera desconectada la sonda que la mantenía con vida.

EL TURISTA SUICIDA. CUATRO.

13/02/2009

John Zaritsky, director canadiense galardonado con un Oscar, acompañó a Craig Ewert durante sus últimos cuatro días de vida. El profesor Ewert, de 59 años, sufría una enfermedad neuronal que le había dejado incapacitado de piernas y brazos y le hacía vivir atado a una máquina de respiración asistida.

DOCUMENTOS TV. EL ÚLTIMO VIAJE.

12/12/2008

Se nos prepara para vivir en las mejores condiciones, pero nadie nos enseña a iniciar el último viaje, ni a gestionar el duelo. Sus protagonistas han aprendido a aceptar la muerte como la parte última de la vida que es y dejando de ser una experiencia destructiva, para convertirse en una vivencia.

INFORME SEMANAL. LA DECISIÓN DE MANEL.

25/10/2008

A Manel Casanova, de 47 años, le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) hace cuatro años. Había hecho testamento vital acogiéndose a la Ley de Autonomía del Paciente que permite al enfermo rechazar de forma consciente un tratamiento. Manel quería decidir cuándo morir.


MI MUERTE ES MÍA. CUATRO

25/04/2008

Rodado durante varios meses en Holanda y en España, Mi muerte es mía nos acerca a un tema objeto de debate en la sociedad española, pero fuera aún de la controversia política y de nuestras leyes.


LÍNEA 900. EUTANASIA: MORIR PARA VIVIR.

03/10/2004

La historia de Ramón Sampedro la descubrió Laura Palmés, una redactora del equipo de Línea 900, hace 11 años. El caso de este tetrapléjico gallego que pasó 25 años en una cama y que luchó por su derecho a morir.


NOMBRES PROPIOS:


ASOCIACIÓN DERECHO A MORIR DIGNAMENTE. Página web




Video de la Campaña por la Vida 2011 de la Conferencia Episcopal Española SIEMPRE HAY UNA RAZÓN PARA VIVIR.

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