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viernes, 28 de enero de 2022

AGUA QUE UNE

 

I



El agua que nos acompaña es también el agua que nos une, no sólo el agua que cubre mayoritariamente la superficie terrestre en forma de mares y océanos, sino también toda aquella que, de una u otra forma, puebla esa superficie, ya sea como estanque o, incluso, charcos. El agua que se evapora de distintos lugares de la superficie luego se une en las nubes por la condensación en forma de gotas minúsculas para terminar precipitándose al suelo como gotas de mayor tamaño. Pero el ser humano no es ajeno a ese ciclo, qué somos sino fundamentalmente agua que la perdemos mediante la transpiración, sobre todo, y la recuperamos al hidratarnos. Un agua que compartimos, también nosotros formamos parte de su ciclo, colaboramos en la evaporación del agua con nuestra sudoración y la compartimos al hidratarnos, el agua que nos remoja cuando llueve y aquella en la que nos remojamos cuando compartimos el lugar en el que nos bañamos. ¿Pero sólo así? Parte del agua en la que nos bañamos ya fue utilizada por el ser humano en un momento de su ciclo y parte del agua que bebemos puede que, incluso, ya fuera bebida por otra persona. Y la diversidad que somos, racial, étnica, cultural, religiosa, ideológica y social no sólo se desvanece por una cuestión genealógica, lo hace también por una química, parte del agua que nos habita también habrá pasado por otros cuerpos de seres humanos, y también, por qué no, de otros seres vivos. Estamos hermanados por el agua, puede que algunos de los que han cruzado el Mediterráneo o el Atlántico en patera compartan con nosotros algo de ella, así como los que han muerto en trayecto. Podemos ignorar esta hermandad, podemos ignorar sus consecuencias, tapar aquello que nos duele y pone en riesgo nuestra comodidad y lugar social y humano privilegiado. Podemos huir de todo esto, pero estaremos escondiendo la cabeza en la tierra, la estrategia del avestruz, queriendo obviar una realidad que debería comprometernos: somos fundamentalmente agua como el más humilde de nuestros hermanos del planeta.


 

miércoles, 20 de octubre de 2021

LA CRESTA

 


Puede que mi edad no parezca una tercera, pero en la vida no es la cronología la que manda sino las circunstancias en la que ésta se desarrolla. Puede que no seamos conscientes de que esa vida es toda ella una cuesta arriba, que haya tiempos que nos parezca que es un transcurrir gozoso planeando por encima de nuestros acontecimientos, pero cada día que pasa nos va complicando, sin darnos cuenta, nuestro vivir. Un complicar físico pero que no tiene por qué privarnos de momentos de felicidad.

Ya estoy llegando a la cresta. Es momento de sentarse. Desde aquí puedo contemplar toda una vida, la mía. Una memoria afectiva que se ha ido acumulando paso a paso, día a día. Son personas las que están ahí. Las veo, reconozco sus rostros, las que fueron y las que son, las que estuvieron pero que ya se han ido. El primer amor. Sí amor. ¿Acaso no decimos que lee el que todavía está aprendiendo a hacerlo? ¿Por qué no va a amar quien también está aprendiendo a hacerlo? También están ellos, mis amigos y amigas, veo como corretean niños y niñas entre algunos de ellos. Pero también están aquí, conmigo y también cerca de mí. Están sentados contemplando lo mismo que yo. Me miran. Sonríen. También veo a mi mujer y a mis hijos. Daniel va de la mano de su madre hablando con ella, Miguel corretea detrás de una paloma. Que habría sido de mi vida sin ellos. Pero hay más, muchos más. Están mis hermanos, sus familias, mis padres. Mis padres. He olvidado sus voces. Parece algo enormemente simple, pero es importante el papel que juegan las voces en la memoria afectiva. Mi hermana. Recuerdo con frecuencia su último deseo. Me siento incómodo. La familia de Mercedes. La llamada familia política puede ganarse a pulso el derecho a hacerla plenamente tuya. También están allí, en esa cuesta; personas que pasaron por mi vida sólo un tiempo, unos años, unos meses, unos días. Personas que dejaron huella, a veces profunda y que recuerdo con frecuencia. Y entrañables amigos y amigas que se fueron, que se quedaron durante mi camino, que no esperaron a mi despedida. Quizás es sólo ley de vida, triste ley de vida. Alrededor de todos juegan, corren o pasean niños y niñas. Los alumnos que tanto me dieron.

He descansado. Ahora me toca seguir subiendo, aunque cada vez se me haga más duro el ascenso. ¿Cuánto seré capaz de aguantar? La vida se hace cada vez más costosa. Me levanto y me apoyo en el bastón y echo de nuevo a andar, me detengo y giro de nuevo la cabeza. Recuerdo lo de siempre, las deudas que tengo con algunos amigos y amigas, la ausencia de haber pedido perdón en su momento o de no haber dado las gracias, deudas difíciles de satisfacer, en algunos casos imposible, como; por ejemplo, las deudas conmigo mismo. Aquello que no hice en el pasado difícilmente puede ser compensado en el presente. El tiempo lo ha cambiado todo. Continúo la marcha, la cresta se encuentra cada vez más cerca.

 


 

miércoles, 22 de septiembre de 2021

CASI POEMAS, 16

 


Solo

Llamando a voces a todos

sin que nadie me responda.

Solo.

Requiriendo caricias.

Como sean,

donde sean,

pero atrapadas en la nada.

Solo,

Con la tierra reseca necesitando lluvia.

Cualquier líquido cayendo sobre ella.

El que sea.

Cuando sea,

Como sea,

Donde sea.

Solo.

Encerrado en una claustrofóbica piel

que nada siente,

que nada espera,

que nada atrae.

Solo.

Rodeado de querencias en soledad.

Rodeado de querencias sin deseo.

Rodeado de vida oliendo a cadáver.

Solo.

Esperando el fin.

Deseando el fin que nunca llega.

Solo.

Completamente solo.





 

Hazlo ahora,

hoy,

no lo dejes para mañana,

un mañana que nunca llega,

atrapado en el tiempo.

anclado a un futuro que perseguirás

sin que nunca llegues a alcanzarlo.





Hay ojos que uno no se cansaría de mirar.

Preso de ellos

uno quedaría completamente desarmado,
desnudo,
libre por estar atado a ellos,
vivo por querer morir en sus pupilas,
mudo por repetir una y otra vez el nombre que le ha dado voz.



Me has despertado al amanecer

aterrado porque viene el enemigo.

Me has pedido dinero para armarnos

porque el enemigo llega repleto de armamento.

Me has urgido a que me encierre en mi casa

porque el enemigo se acerca arrasándolo todo.

Me has propuesto que te entregue mis objetos de valor

porque el enemigo está cargado de ladrones.

Me has urgido que no escuche al enemigo

porque sus palabras están llenas de mentiras.

Me has rogado que no observe al enemigo

porque éste es un seductor irresistible.

Me pides que abandone la casa a toda prisa

pues el enemigo avanza arrasando con todas las vidas que encuentra a su paso.

Sin casa, sin dinero, sin comida, sin saber a quién escuchar.

Ya ves,

ahora creo que el enemigo eres tú.

 

 

 


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