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viernes, 10 de marzo de 2017

PARADOJAS




Sólo una pérdida se encuentra,
sólo en la oscuridad puede surgir una luz.
En el cuerpo que ha huido es donde toma vida el espíritu
pero esa nueva posesión nunca nos termina de satisfacer.
En la vida no hay anhelo sin sombra.
Es la memoria del llanto y el dolor de la sequía donde debería estar el chaparrón del placer.
El río de la vida que parece haberse secado y ahí está el pasado que no dejas de recordar, 
en esos momentos el recuerdo mayor es de lo no ocurrido,
recuerdo que ha hecho nido en ti pretendiendo socavar tu futuro.
Pero sólo desde la nada podremos mirarnos al espejo y sentir que hemos sido y somos,
que somos y seremos.




La vida está llena de paradojas,
acudes a lo oscuro intentando sobrevivir en el hervidero que supone el cuerpo asomado a los abismos,
 dudando si volar o dejarse caer,
 si morir o nacer de nuevo volviéndolo a intentar perdido en la noche.
No es posible vida sin temblor,
siempre vagabundeando entre sombras.
Forjado de la nada.
Vives en el vacío, en la ausencia,
espectador de una vida que te supera.
Aquello que no es mío pero habita dentro de mi.
Lo que perdí pero que lo sigo sintiendo como mío.
Es la palabra construyéndote en el aire.
La sed permanente sin llegar nunca a ser saciado,
el eterno sediento en busca de un manantial que no existe,
sed de otro cuerpo nunca  hallado.
Un vivir en conflicto, en pelea constante.
No has llegado al pecado y sin embargo sufres por él.
La sombra me habita y me mueve,
soy hijo de la sombra en la búsqueda de una nueva claridad.



Cuando uno vive en la sombra necesita buscar la luz, tiene sed de luz.
Es en esa carne tullida donde se genera la confusión de la vida,
dónde descender puede ser subir a lo más alto,
donde vivir en las sombras puede ser generar la luz,
donde penetrar en el túnel del dolor nos impulsa a albergar la esperanza.
Es en el vacío donde nos encontramos y donde descubrimos la claridad.
La vida es un éxodo permanente y a la vez un retorno constante.
Somos expulsados de la carne, pero sólo encontramos refugio en ella,
Querer volver al origen de todo, allá donde fui sueño,
futuro sin sombra alguna,
Placer puro, sin pesar alguno.
Pero el amanecer es lento, la cicatrización dolorosa y la voz siempre nos traerá el eco del silencio.



En este lento amanecer tengo el temor a sentirme frustrado de nuevo,
el temor de una nueva soledad acompañado.
Sólo en ti soy, solo en tu ausencia.
Solo en tu piel me encuentro y soy negado.
El vacío es un escalofrío que te hace suyo.
Es la añoranza del otro cuerpo,
no de un cuerpo cualquiera,
del otro que también es el tuyo sin el que tú eres la nada.
Es la añoranza del cuerpo, del propio y del de ella
Tu cuerpo nunca está completo sin el otro, sólo hay vacío a su alrededor.
Una realidad qué es más que tú, que te sobrepasa,
la que te da vida y a la vez en la que pareces ahogarte.
El caos es la forma a la que deseas precipitarte.
Se trata de tu hogar y del abismo,
el cuerpo que eres y en el que te pierdes


  
La luz que ilumina tu cuerpo es donde encuentro la sombra en la cual descanso,
que me agita y me da paz.
Es la mirada en la que renazco,
que me perturba y alegra,
donde saboreo la dulzura y percibo el amargor,
donde está el principio y el fin.
Te descubro y me tambaleo,
temo fallecer y a la vez me surge la esperanza.
Solo en ti puedo ser otro,
renacido,
devorarte y ser devorado,
morir y renacer.
Sólo al morir en ti puedo llegar a ser libre.
 Es la certeza de ti, la convicción de que tú eres más real que yo.
La tormenta de tu ausencia sólo puede terminar al intuir tu llegada,
al percibir tu aroma.
Es en ese soplo que me llega donde encuentro la serenidad.


 
Nacer es morir,
vivir es embarcarse en la lucha en la cual nos deshacemos,
nos perdemos, pero también somos,
nos encontramos y la vida adquiere sentido.
En la nada es donde se encuentra el todo.
Cuando el ego ha desaparecido todo es perfecto,
desaparecen todos los obstáculos que impedían que la luz penetrara.
No soy nada y soy todo a la vez.
Mi cuerpo se ha diluido,
os lo entrego,
es vuestro,
tomadlo.
Seréis vosotros el foco que lo ilumina.




         
Las palabras intentan sustituir la carne, pero se queda en un intento.
La vida sólo es posible sostenida en el cuerpo.
En el desierto donde expiran los nombres, expira también el cuerpo,
expira la vida.
La vida hecha jirones no puede ser sustituida por las palabras,
no se puede coser con ellas.
Me gustaría entregaros el cuerpo.

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