Nada.
Eso resume
todo.
Una expresión ambivalente,
un nada que lo resume todo
cuando lo que he vivido
ha sido la permanente presencia de fracasos,
o la inexistencia de los mismos.
La vida es una apuesta diaria
en la que te juegas el ser o no ser.
Una pretensión de riesgo
en la que sueño aquello en lo que cabe todo.
Te encuentras
con un esfuerzo que no vale para nada.
Vuelo por encima de ti.
Un ejercicio inútil.
Pretendo imaginarte desnuda
Pero solo consigo vestirte así como te he visto siempre.
No sólo ignoro tu cuerpo
también he ido olvidando las palabras que lo definen.
Soy tan pobre que no tengo nada de ti,
Ni tan siquiera un recuerdo tuyo,
Tu imagen únicamente la tengo en tus fotos,
pero la olvido en cuanto la dejo.
Tengo envidia de tu ayer y de tu hoy,
Reconozco esa pobreza mía
con la que me arrastro
husmeando tu olor
ya sea perfume, ya sea sudor,
Un animal que te persigue
aunque siempre te sabe en la distancia.
Pretendo soñarte toda
y siempre me quedo con nada
Nada de ti, nada de mí.
El nada que es mi todo.
Mi pecado es ignorar todo aquello que conozco
y que, al menos, me beneficio de ellos
a título lucrativo.
África, madre tierra, reducida a la nada.
África. Mi compromiso queda reducida a palabras,
Bonitas palabras que se las lleva el viento.
Palabras preciosas pero huecas.
Palabras, palabras, palabras.
Quedo reducido a la nada.
Palabras con las que crezco
engañando a todos,
engañándome a mí mismo.
Engolado, satisfecho,
creyéndome, a propósito, lo que no soy.
Aire es lo que soy.
Quiero ser aroma de rosas
que envuelva a todo el que se acerque a mí.
Que nadie pueda verme,
únicamente sentirme
y con ello sonreír.
Espíritu que se introduce en ti
sin tú percibirlo,
que borre tu llanto,
que calme el dolor.
Aire, simplemente aire.
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