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lunes, 12 de julio de 2021

Casi poemas (15)

 

La vida es naufragio

rodeado de nubes.

Pero no lo vi

hasta que no traspasé

la algodonosa realidad

y me vi perdido

y agarrado a una tabla.

 

 

Frágil como un cristal que estalla entre los dedos

así soy yo,

esa figura aparente de acero

que se rompe cada noche

sin que nadie lo presencie.

 

 

La vida es minúscula,

ni tan siquiera un milímetro,

casi un soplo.

Y quiero más.

Pero me veo,

una y otra vez

aventando la nada.

Fosforo encendido

a punto de ser apagado.

 

 

Tuve que recorrer miles de kilómetros en busca de la risa

para encontrarla al final bajo un mar de lágrimas.

 

 

 

 

Qué querías que hiciera en mis manos con tu ropa

después de dármela tú,

si lo que yo quería es ver tu cuerpo desnudo.

Para qué me sirve tanto sueño

si tus manos estarán siempre lejos de mí.

 

 

Es a ti a quien deseo,

pero dudo que basten mis lágrimas para conseguirte.

Llorar en un desierto solo sirve para acelerar la muerte.

 

 

Quiero tener mi cabeza entre tus piernas

cubierta por tu falda

y tus manos sobre ella.

Mi lengua horadando tu sexo

en busca de la salvación,

a las puertas del infierno.

 

 

Me niego a tener miedo a tu contacto,

quiero encontrarme atrapado en la telaraña de tus manos,

saborear intensamente el pecado de tu sexo,

introducirme de lleno en el contagio de tus besos,

dejarme llevar hasta perderme por tu aliento,

ráfaga de vida cargada de veneno.

beber en tus ojos toda tu amargura

hasta extraer con mi boca tu calentura,

tragar con ansiedad el veneno de tu saliva,

sentirme remojar con el sudor de tu axila,

poder entrelazar mi lengua con la tuya

y absorber cada poro de tu piel desnuda.

No quisiera jamás sentirte lejos,

soy consciente plenamente del riesgo,

caudal aliviado en el que bañarme,

pozo profundo de placer, si es necesario, en el que ahogarme.

 


 

 

Cuando la vida se hace ruido,

intenso y permanente ruido,

desagradable y obsceno ruido,

sólo es decente el silencio.

Cuando ya todo se siente dicho,

cuando toda palabra sobra,

toda es artificial y redundante,

sólo se ansía el silencio.

Cuando nada se comprende

y nada se quiere entender

sólo se desea vivir en la ignorancia.

Lo que importa de verdad es el silencio.

Silencio entre nubes,

muda garganta ronca

voceando su miedo.

 

 

 

 

Allí estoy,

sin que tú puedas verme,

en una esquina de tu dormitorio

Contemplando como te desnudas.

Gesto a gesto,

prenda a prenda.

Observando tus deliciosos movimientos

para quitarte tu ropa más intima

y vas dejando al descubierto

los secretos de tu cuerpo.

Y yo gozando de esas delicias

sin que tú puedas descubrirme

estando como estás

únicamente en mi cabeza.

 

 

 

 

Cuando a la noche cierro los ojos

las palabras se amontonan en mi mente

cambiando unas y otras de lugar,

buscando la posición adecuada

que venga a decir con precisión

lo que yo deseo.

Siempre, al despertar,

descubro

que una ráfaga de viento

se las ha llevado.