Obsesionados
por la crisis y enganchados a un modelo de sociedad no paramos de
insistir en eso de "retomar la senda del crecimiento", con otras
palabras, volver al crecer por crecer. Olvidemos todos esa cantinela de
no se qué refundación, ignoremos lo del cambio de sistema y sus
"horribles" consecuencias... Y, seguramente, una de las claves se
encuentra en ese término nada neutro de "crecimiento" y, seguramente, la
opción necesaria es la de ese otro término nada "apetecible" de
decrecimiento.
El decrecimiento es una corriente de pensamiento
político, económico y social favorable a la disminución regular
controlada de la producción económica con el objetivo de establecer una
nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero
también entre los propios seres humanos. Es aquí donde nos la jugamos y
pienso que lo hacemos por tres razones:
1. Muy pocos tienen
demasiado y demasiados tienen demasiado poco. La opción por el
decrecimiento es una opción por una redistribución de la riqueza a nivel
nacional y, sobre todo, internacional, y esto, nos guste o no, sólo
podrá alcanzarse con una disminución de nuestro nivel de vida. Nosotros,
aunque pueda ser en su periferia, estamos dentro del "muy pocos".
Alcanzar esto supone replantearse seriamente, de verdad, la trabazón
existente entre los intereses del poder económico y el político, y,
especialmente, la subordinación del segundo al primero. Replantearse el
peso de la economía financiera, especulativa, sobre la real, productiva,
creadora de valor agregado. Supone también replantearse el peso de los
agentes de esa economía especulativa y su aportación al bien común.
Decrecimiento exige, igualmente, discriminar qué es lo necesario y qué
lo superfluo de nuestro estado de desarrollo, qué es lo esencial del
estado del bienestar, de qué podemos y debemos prescindir y qué interesa
salvar.
2. Nuestro planeta es limitado y solo la ceguera y la
avaricia puede llevarnos a su ruina. El medio ambiente se encuentra en
emergencia pero, como siempre, esa emergencia o no se ve o no se quiere
ver. La emergencia vuelve a aplazarse. Se trata de la respuesta al
calentamiento global, a la sobreexplotación de recursos, a la
deforestación, a la amenaza que la capacidad destructiva del hombre
cierne sobre él... La solución a todos estos problemas solo podrá llegar
a través del decrecimiento. Se trata de levantar el pie del acelerador,
incluso de pisar el freno, para invertir en futuro. "Retomar la senda
del crecimiento" es dirigirnos de nuevo al abismo ondeando banderas de
victoria.
3. La opción del decrecimiento es también la opción por
la persona, el viejo dilema entre el ser y el tener (con qué facilidad
arrinconamos los problemas eternos de la filosofía), entre el yo
exterior, el que representa un papel y se encuentra cargado de
artificiosidad y el yo interior, el que, a menudo, ni vemos ni queremos
ver. Nosotros mismos queremos ser nuestros grandes desconocidos. El
decrecimiento, hacer más con menos, vivir mejor con menos. Una nueva
meta, un nuevo paradigma. Una propuesta de cambio ante una situación de
indignación. Es el "menos es más" y es el somos más con menos,
con todo lo que eso significa en nuestra manera de ser y de
relacionarnos con los demás y con nosotros mismos. La invitación al
consumo para "reactivar la economía" puede ser la crónica de una muerte
anunciada, es la hora de replantearnos nuestra relación de servidumbre
con ese consumo, de preguntarnos por el papel que nos queda en ese circo
y por el que estamos dejando en herencia.
Los tres grandes
problemas que debemos afrontar y que creo corresponde, junto con la
defensa de los derechos humanos, la búsqueda de respuesta a una
organización de izquierda. Los tres, sin excluir ninguno,
constituyen el ejercicio de la política de verdad. Puede parecer la
cuadratura del círculo, pero, ¿quién dijo que la política de verdad
resulta fácil?
No hay comentarios:
Publicar un comentario