La vida es asumir las derrotas en la medida en que esta forma parte inevitable de ellas. Asumir y aceptar la derrota y a los derrotados. En una sociedad en la que parece solo valorarse el triunfo y a los ganadores, quizás merezca la pena detenerse un poco a valorar la derrota. Perder la capacidad de desplazarse, la de moverse, la de poder hablar, la de comunicarse, la de pensar, la de decidir, es una derrota del cuerpo, es inútil engañarse, y no engañarse hace posible llegar a saber que estas derrotas (como todas) forman parte del incesante fluir de la vida y lo son insustituible de su celebración. Que la derrota no hará extinguirse lo ya vivido ni hará que concluya el reto permanente de la vida; solo adquirirá nuevas formas.
En la derrota no sólo permanece la belleza, sino que se acrecienta. Reivindico la belleza de los derrotados. Frente a la estética pulquérrima y de cánones perfectos, reivindico la belleza de la “anormalidad”, de lo que no se quiere ver, de aquello con lo que no se quiere convivir. Frente al exultante e insultante atractivo del vencedor, reivindico la belleza rota del castigado, de su palpitante dolor lleno de vida, de su triste mirada repleta de emoción.
Reivindico la dignidad que toda derrota hace posible, no el camaleónico engaño del que nunca pierde, ni el del sórdido tránsfuga que huye de ella, la dignidad del que una vez más se sabe golpeado y aún así se mantiene erguido aunque haya sido derribado por los suelos, la de quien es maltratado una y otra vez y aún así mantiene su mirada limpia sin dejarse envenenar por la amargura. La dignidad de los derrotados que pueblan la Tierra y construyen su futuro, cada fracaso nos ofrece la oportunidad de su cercanía, de formar parte de ellos.
Es la derrota la que me ha tocado en suerte, es la moneda que tengo en mi mano, basta detenerse un momento, y calmarse, para poder observar en ella su otra cara, que siempre está ahí esperando a ser descubierta, la cara de la victoria que a mí se me ofrece, la posibilidad de hacer de esa derrota una permanente apuesta por el mañana donde haya belleza, donde haya dignidad, donde haya humanidad, donde haya más vida que en todos los éxitos y glorias de quita y pon, artificiosos y trucados que nos empeñamos en seguir como norma de vida.
Lo he tenido que leer varias veces para empaparme de tanta sabiduria. Muy muy muy bueno
ResponderEliminarMuchas gracias, Irene.
EliminarHola Jesús, tu mensaje ha llegado hasta Italia, y no solo me conmueve sino que me he permitido copiarlo y enviarlo a mi madre (Conchi) Ella te entenderá mejor que nadie. Un abrazo, Maria del Mar.
ResponderEliminarQue pequeño es el mundo. Seguro que tu madre me comprende y sabe que hay belleza incluso cuando aparecemos como feos y jorobados. Un beso.
EliminarEn las derrotas, los derrotados triunfan por dentro, el amor, la comprensión, la observación los llena dejando a un lado las cosas superficiales. Ángeles, eso es lo que los "derrotados" son, auténticos ángeles como tu
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