De
pequeño nunca fui buen comedor,
hacia
bola con la carne.
escupía
la verdura.
regaba
de puré la ropa de mis padres.
Y
mi papá se enfadaba.
Mucho.
Se
le cambiaba el color de la cara.
Los
ojos le echaban fuego
Y
por la boca expulsaba sapos y culebras.
Y
yo me asustaba.
Y
yo lloraba.
Y
él, después, cuando se quedaba solo
Se
enfadaba. Con él.
Se
entristecía. Por mí.
Y
también lloraba.
Terminaba
junto a mí, cogiéndome de la mano y mirándome a los ojos me decía:
¡Perdóname!
Cuando
empecé a ir al cole
prefería
los castillos de las historias de mis sueños
a
las que me contaban las cartillas,
los
caballos que imaginaba en las hojas en blanco
a
los de los cuadernos de caligrafía,
los
principitos que imaginaba en planetas lejanos
a
los que me dictaba la maestra.
Y
mi padre se enfadaba conmigo porque no quería ir al cole.
Lloraba
yo y el me regañaba.
Me
agarraba a los muebles y él me levantaba enfadado mientras me gritaba.
Pataleaba
mucho y a veces terminaba recibiendo algún azote.
Mientras
yo jugaba con mis amigos en el colegio, sé que él
Se
enfadaba. Con él.
Se
entristecía. Por mí.
Y
también lloraba.
Cuando
me recogía terminaba junto a mí, cogiéndome de la mano y mirándome a los ojos
me decía:
¡Perdóname!
A
veces, cuando salíamos de paseo y pasábamos a alguna tienda y yo me
encaprichaba con algo me daba una pataleta si no me lo compraban y mi padre
tenía que sacarme de allí a rastras.
Cuando
íbamos al parque y me subía al tobogán y a los columpios, cuando llegaba el
momento de irnos y yo no quería, me entraba una rabieta y mi padre tenía que
sacarme de allí a rastras.
Cuando
andábamos por la calle y pasábamos por delante de algún escaparate en el que
descubría algo que me gustaba yo me empeñaba en que pasáramos y si no podía ser
me entraba un berrinche, me sentaba en el suelo y lloraba y lloraba y lloraba y
mi padre tenía que llevarme de allí a rastras.
Cuando
volvíamos a casa algo runruneaba en mi interior
Me
iba a mi habitación y
me
enfadaba. Conmigo.
Me
entristecía. Por él.
Y
también lloraba.
Terminaba
junto a él, cogiéndole de la mano y mirándole a los ojos le decía:
¡Perdóname!
Sensaciones, RECUERDOS e instantes revividos. Y más tarde mi padre era yo; y el yo, mis hijas ... Por aquellas y otras opequeña cosas DE NUEVO "PERDONAME"
ResponderEliminarQue belleza!!!
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