Hay
noches en las que los ojos se me quedan abiertos como platos y no me duermo. Me
acerco silencioso a la cama de mis padres y subiéndome a ella le digo al oído a
mi padre:
-
No me puedo dormir. ¡Abrázame!
En
las tardes de tormenta, cuando los truenos retumban por toda la casa y los
relámpagos parece que vienen a por mí, voy corriendo hacia mi padre y le digo:
-
Tengo miedo. ¡Abrázame!
Cuando
me toca la vuelta al colegio, los días anteriores no sé qué hacer. Empiezo
cosas que no acabo, voy y vengo de una habitación a otra, ando siguiendo a mis
padres por toda la casa. Cuando me canso, me acerco al sillón donde está mi
padre y le digo:
-
Estoy nervioso. ¡Abrázame!
Cuando
alguien de mi casa se pone enfermo, mi padre, mi madre, mi hermana o mi perro,
yo me asomo a su habitación esperando que todo haya pasado ya y la vida vuelva
a ser igual. En la espera me acerco hasta donde está mi padre y le digo:
-
Estoy triste. ¡Abrázame!
El
otro día mi padre andaba raro. Estaba ojeroso y silencioso, tenía como un
pequeño charco húmedo en los ojos y me miraba con una sonrisa que parecía
derramarse encima de mí. Vino hacia donde yo estaba y me dijo:
-
Necesito que me quieran. ¡Abrázame!
Mi
padre sigue siendo un niño muy grandote.
K bonitos son esos abrazos y k necesarios
ResponderEliminarPido Los ABRAZOS de mis padres, qué tendrán para ser TODO?
ResponderEliminarGracias