Futuro imperfecto
Cuando te sobreviene de golpe una
circunstancia rotunda que amenaza con cambiar tu vida o lo que tú imaginas que
puede ser tu vida en el futuro, una circunstancia como puede ser el diagnóstico
de una enfermedad degenerativa, resulta inevitable preguntarse qué va a ser de
ti en ese futuro, un futuro que uno viene a suponer inevitablemente como un
futuro imperfecto lejos de esos sueños que se te desvanecen, sueños que
difícilmente se corresponderán con la realidad con la que te vas a encontrar
pero que la perspectiva de un tiempo por delante te permite mantenerlos ahí, un
prometedor futuro que te pertenece y que sólo un revés de la vida te podrá
arrebatar. Aquí está ese revés. ¿Cómo construyes ese futuro? Un tiempo que
defines alrededor de unas palabras: limitado, dependiente, incapacitado, negro.
Un cuerpo que te vuelve la espalda, una silla de ruedas que se convierte en tu
compañera, una distancia que se aleja, un tiempo que empequeñece, un relato que
te arrebata el protagonismo. Aceptas que en tu presente ese protagonismo has de
disputarlo con múltiples circunstancias que de alguna manera te lo arrebatan,
pero tu futuro es limpio, claro, es tuyo y tú lo diseñas como te sea más
gratificante, no hay nada que lo entorpezca, salvo esa maldita realidad que hoy
ha venido a complicártelo, arrebatándote los sueños y ese futuro que a partir
de ahora solo lo puedes conjugar en imperfecto.
Presente
El tiempo pasa y los miedos se
pueden confirmar o no. En el qué es de mí abrimos un abanico de respuestas
múltiples en donde los miedos podemos haberlos ido olvidando en el transcurso
de los años, qué necesidad estúpida de haber vivido asustado y haber renunciado
a tantas cosas por puro y simple miedo, o se han podido confirmar los peores
augurios. Un hoy en el que las piernas no te responden, las manos no te
responden, el sexo no te responde, el habla no te responde, te has convertido
en un objeto inanimado siempre en
manos de otra persona. Estás, eres, pero sin lugar en el mundo. No sólo no eres
protagonista de tu propio relato, sino que te encuentras dentro de él encerrado
entre paréntesis. El presente ya no es la amenaza de una realidad sino que
puede ser la realidad en sí, una realidad que ha despejado nubarrones o que nos
ha introducido en la tormenta. Presente abierto al futuro o cargado de largos
mañanas.
Pretérito perfecto
Parecemos haber llegado al hoy
arrastrados por las circunstancias, unas preguntas que nos superan, de las que
somos meros espectadores, pero ese sujeto sin capacidad de respuesta no existe;
la ausencia de respuesta es nuestra respuesta. La cobardía es esa respuesta, el
rencor, la nulidad. Sea cual sea la realidad que se nos venga encima nuestra
respuesta ante esa realidad importa y mucho. Siempre tenemos margen para la
misma. Puede que no consiga modificar esa circunstancia pero sí tejera el yo
que saldrá de la misma. Nosotros también formamos parte de la circunstancia,
nuestra respuesta nos construye y también construye nuestro entorno. Este
también se ve afectado por esa nueva realidad y tiene los ojos fijos en
nosotros. No somos meros sujetos pacientes sino que sea cual sea nuestra
actuación esta nos convierte en sujetos agente. Los demás dependen de nosotros
y no tenemos derecho a arrastrarlos con nosotros por el sumidero. A veces la
mejor solución es dejarse llevar y no encabezonarse en la resistencia, coger
para uno lo bueno que esta nueva realidad pueda traer y abandonar lo malo con
lo que venimos cargando desde antaño. La quietud puede ser nuestro mejor
movimiento y el silencio nuestra mas significativa palabra, no poder hacer
supone también que el tiempo se rinde ante nosotros, hemos dado un paso al lado
y nos hemos salido del tiovivo en el que girábamos sin parar y esto nos permite
observar el mundo desde una cierta distancia. Estamos en él y no estamos,
formamos parte de él pero hemos sido colocados en el gallinero, pero también
allí podemos elaborar nuestra respuesta. En el pasado nunca me sentí capaz de
disfrutar plenamente del presente pues mi cabeza siempre estaba puesta en el
después, hoy sólo hay presente y cada minúsculo detalle del mismo puede ser
percibido y gozado si esto es posible. Tantas cosas pasaron por delante de mí
sin que yo fijara la mirada en ellas, tantas personas me rodearon sin que yo
valorará la categoría que tenían, hoy debería pedir perdón por esa ceguera y
agradecer que aún en el gallinero me hayan descubierto, que aún con la
inversión de tallas, ellos se agigantan y yo empequeñezco, me den la
oportunidad de percibir mi error. Antes o después debería llegar el momento de
preguntarme ¿qué he hecho de mi? ¿qué he hecho de mi entorno? Si las preguntas
no surgen la responsabilidad sólo es nuestra. En algún momento de nuestra vida
puede haber parecido que se nos arrebataba el protagonismo pero, de alguna
manera, este siempre ha estado en nuestras manos.
Querido Jesús, has hecho de ti, de tu vida, una referencia única de resiliencia, de resistencia, y aunque no seas el único que entró en ese túnel o "paréntesis", si eres único para mucha gente (que te quiere y te sigue en tu aliento trascendente) en compartir cada paso, cada pensamiento en medio de tanta "aparente inmovilidad", de tanta renuncia, a las que yo llamo (desde mi experiencia) pequeñas muertes en el largo o corto camino del morir o del tránsito de expectativas de la vida que suena diferente, al menos para quienes intuimos la esperanza de algo mucho más grande a pesar de la pequeñez.
ResponderEliminar¡¡ Estás tan lleno de vida, y de vida amorosa, que es imposible imaginar como se mueven tus pensamientos, en que categoría humana colocarlos y yo la he denominado "la de Jesús Mora", porque tu has iniciado el relato humano más profundo pero compartiéndolo ¡¡ Gracias Maestro !! porque vas iluminando con luz propia.
Gracias, gracias, gracias.
EliminarMe sumo a este respeto y a este cariño.
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