Si digo pequeño vosotros me decís grande.
Si digo miedo me decís valiente,
si digo débil me decís fuerte.
Pero todo en mí es prosaico
y no atino a percibir la excelencia con la que me
adornáis.
El callejón en el que me hallo tiene pocas luces,
manejo a tientas sus paredes
y me siento perdido con frecuencia.
La senda que sigo no ha sido transitada,
en cada ocasión es necesario abrirla de nuevo
y sólo soy una mota de polvo buscando su destino.
*
Nunca cantes victoria definitiva.
Eres un perdedor.
Es ahí donde residen tus triunfos,
los que no disfrazan sus miserias
ni se recubren de altivez.
Nunca hagas tuya la corona que te ponen,
son ellos los que tienen la necesidad del héroe
para asegurar sus pasos,
pero para ti representa la losa que te entierra,
la trampa en la que desapareces.
Nunca te dejes embriagar por la gloria
la gota de elixir que te regala
es demasiado grande para tu pequeñez.
Aquel a quien ves en el espejo
es alguien muy diferente a quien eras.
Tu capacidad de infinito te desborda,
sólo eres capaz de percibir las huellas que te
sellan al presente.
Ahí reside tu grandeza
en el pequeño huerto que eres capaz de plantar
con tus manos
y en los labios en los que eres capaz de perfilar
una sonrisa.
El templo eres tú, tú eres su sacerdote
y no hay más oficio que recrear cada mañana un
futuro que no verás
pero que no será sin ti.
Alfa y omega de una vida en la que solo eres una
anécdota.
*
Aprovéchate, tú eres más fuerte.
Búrlate, tú eres más culto.
Domínala, tú eres más poderoso.
Humíllala, tú eres más importante.
Despójala, es tuyo lo que ella posee.
Elimínala, es ella la que te hace sombra.
Sólo así lograrás borrar el rastro de que
eres nadie
y podrás engañarte con la mentira que has
construido.
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