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martes, 5 de noviembre de 2013

EL META-META-JUEGO



Meta- es un prefijo que aporta el significado de “más allá de” o que “trasciende o reflexiona sobre”. Hace muchos años, allá cuando yo era joven recuerdo utilizar ese concepto aplicándolo a lo que llamaba el “juego de la vida”, es decir, vivir sin más,  encontrarse los seres humanos en un estado de actividad en el que, como el resto de los seres orgánicos, nace, crece, se reproduce y muere, y en ese proceso se relaciona con los demás y con el medio ambiente que le rodea. El estricto destino del ser humano no es sino desarrollar las actividades necesarias para crecer (comer y cuidar su salud), reproducirse (la sexualidad en general y la cópula en concreto) y relacionarse (toda la actividad cultural y social que también permite, evidentemente de otra manera y en otro orden, crecer y reproducirse). La satisfacción prioritaria de toda persona pasa por complacer estas necesidades y lograrlo sin más. Una sociedad ideal y al mismo tiempo irreal, literalmente utópica sería aquella en la que se pudieran satisfacer esas necesidades sin más complicaciones, sin que hubiera que establecer reglas, límites, sin que el ser humano se tuviera que organizar, agrupar y rivalizar. Esto es evidentemente imposible, el hombre tiene que reunirse y reflexionar acerca de la manera en como ha de organizarse la vida y pelear los derechos que le acerquen esa satisfacción, es decir, entramos en el meta-juego, no en vivir la vida sino en reflexionar como podemos y debemos vivir la vida. Dado ese paso se nos exige uno más y es como organizar las organizaciones, es decir la reflexión sobre como hemos de reflexionar sobre la vida, analizarla y tomar decisiones; no realizar las actividades de ésta sino regular las organizaciones que aspiran a regular esas actividades. Sería el meta-meta-juego. Esto es una simplificación, claro está, que podría ampliarse a un sin número de niveles; el ir más allá de la propia vida para distanciarse de esta y constituirse en una jerarquía que la reglamenta y doblega se establece a nivel social y se establece de hecho en las distintas organizaciones; se instituye una jerarquía que en la misma medida que regula las actividades de la vida se va distanciando de esta.

Esta inevitable complicación genera de hecho una doble riesgo, uno a nivel estructural y otro a nivel personal. En el primero hay una inversión del orden jerárquico, lo importante no es la base, el pueblo, sino la cúpula. Lo que hay que escuchar no es la información de esa base, insertada en la realidad, sino las directrices que establece esa cúpula. Problema, que la organización no alimenta la realidad sino a sí misma, a la propia organización. Lo importante no es cambiar la realidad sino acrecentar el poder económico y social de la organización, el medio se convierte en fin. No somos transformadores sociales sino servidores de ese medio. Esta estructura piramidal puede darse en las iglesias y sus colectivos, como en los partidos, sindicatos y organizaciones sociales sin que los colectivos desfavorecidos inmersos en un supuesto proceso de empoderamiento se encuentren exentos de ese riesgo. Se puede decir que ya el propio proceso de crecimiento y fortalecimiento ya es en sí mismo una prueba de la incidencia en la realidad y su transformación social. La complejidad de la realidad y el análisis que requiere exige una cierta burocracia que puede degenerar en prácticas de nepotismo y en la suposición de que el sistema es siempre perfecto y correcto por definición, provocando que la organización sea poco proclive al cambio y a la autocrítica, como consecuencia de la poca estima por las opiniones disidentes. Sin embargo, este razonamiento puede ser significativo de una interpretación muy diferente: la organización es una iglesia y las prácticas que realiza y los planteamientos que predica es su religión. Sea cual sea su intervención sobre la realidad esta cumple dos fórmulas estrictamente religiosas: “Ex opere operato”, la primera, todo sacramento obra, tiene eficacia por el hecho de ser un acto divino (transformador); no obtiene su eficacia o valor esencial ni del fervor ni de los merecimientos ni de la actividad del ministro o del sujeto que recibe el sacramento (independientemente de cual sea esa intervención) sino por la validez del mismo (en este caso que se haga lo mandado en beneficio de la organización). La segunda,  “Extra Ecclesiam nulla Salus” que  significa: "Fuera de la Iglesia no hay salvación". Es decir, no hay salvación fuera de mi iglesia, de mi partido, de mi sindicato, de mi… Es por eso por lo que tengo derecho a primar sus intereses por encima de todo, y a castigar, difamar, hundir a todo aquel que pueda ser considerado enemigo al rivalizar en intereses con él.

En el segundo riesgo se sustituye el goce de la vida por el de la abstracción, pero una abstracción que no supone un gozo intelectual sino meramente narcisista. Una actividad que puede producir múltiples preguntas, entre ellas: ¿Para qué trabajo? ¿Para quién? ¿Merece la pena el esfuerzo? ¿Compensa la tensión que tengo? ¿Qué tipo de persona me estoy haciendo? ¿Hago realmente lo que digo hacer? ¿Tengo tiempo, fuerzas y ganas para mí? ¿Tengo tiempo, fuerzas y ganas para los demás? ¿Para mi familia? ¿Conozco la realidad? ¿La vivo? La prioridad es la organización y los mandatos y decisiones de su jerarquía, ¿qué supone esto?: Es la jerarquía la que piensa por mí y yo no puedo pensar y actuar en contra de la misma, ante un dilema la decisión a tomar siempre ha de ser aquella que beneficie a mi organización, si es necesario mi tiempo y mis fuerzas han de ser gastadas prioritariamente en lo que establezca el aparato y en sus tareas burocráticas. Es decir, reduzco a casi cero el ejercicio de pensar y la capacidad crítica y ética, de la misma manera que lo hago con el hecho de disfrutar y hacer disfrutar de las bondades de la vida y de percibir de primera mano la realidad y dejarme interrogar por ella.

¿A que viene recuperar ahora un pensamiento de mi juventud? Quizá porque me llegó la vejez y sus limitaciones, la discapacidad y la dependencia, antes de tiempo, porque es entonces cuando te das cuenta del tiempo que has desperdiciado, de lo equivocado que estabas situando la grandeza lejos de lo humano, no es cierto que nada de lo humano me sea ajeno si gasto mis energías en el simple beneficio de la organización y de mí mismo, del personaje que he creado y de sus privilegios y prebendas. Lo esencial se encuentra en el juego de la vida y en los niveles que actúan directamente sobre él; la complejidad de la actividad humana puede exigir ese meta-meta-juego siempre limitando el tiempo que estoy en él, lo contrario es que fácilmente dejo de ser la persona para convertirme simplemente en el personaje y mi ejercicio permanente de abstracción puede hacer que yo me convierta también en un personaje abstracto. “Memento mori”, recuerda que eres mortal y el tiempo para vivir y hacer vivir es el que transcurre entre tu nacimiento y tu muerte.





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