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lunes, 3 de octubre de 2011

EN DEFENSA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA.

Vivimos malos tiempos para lo público y, por lo tanto, para la enseñaza pública. Nos encontramos con una clara amenaza para los servicios públicos, en la que no está en cuestión el concepto de lo público, está en juego su desaparición. Es lo publico entendido como un gasto estentóreo que la sociedad no puede soportar y cuya prestación puede ser suplida en mejores condiciones económicas y de gestión por la iniciativa privada. La amenaza es pues la progresiva sustitución de lo público por la iniciativa y gestión privada. Es esta amenaza a la que hay que responder de la manera más inmediata. Destruir es fácil, reconstruir mucho más difícil.

En esa contienda es necesario evidenciar los valores diferentes que afrontan cada una de esas concepciones políticas. En concreto, en la educación, dejar claro que una estructura educativa privada nunca podrá sustituir ni los objetivos ni las formas del sistema educativo público. Esa es la tarea de todos los días más allá de las circunstancias políticas dominantes de cada momento.

EN EL ORIGEN DE TODO.

Ésta es la salmodia que resuena permanentemente:

Yo. Yo. Yo. Yo.

A toda pregunta la respuesta es un Yo.

La medida de todas las cosas es Yo.

Yo es fundamentalmente comodidad, tranquilidad, seguridad, ganancia. Yo

Pero se han olvidado, ya no se escuchan, otras cuestiones, ecos de viejo, añoranzas de otros tiempos.

Fe, esperanza, caridad.

Prudencia, justicia, fortaleza, templanza.

Ternura, misericordia, pasión, servicio, afectos, cariños, caricias.

Capacidad reflexiva, crítica. Libertad.

Es otra manera de ser un Yo, pero una manera en la que necesariamente en ese Yo entran los Otros. Los cercanos, los de media distancia, los lejanos. Los Otros.

¿Y a qué esto?

Una y otra manera de ser Yo implica una u otra manera de entender, de vivir la vida, de entender, de vivir la educación; de entender, de vivir la función pública. Detrás de todos los debates que podamos tener aquí o en el centro siempre asoma esta vieja diatriba, soterrada quizás, atemperada y edulcorada, descafeinada puede ser, pero esa diatriba entre diferentes maneras de ver la vida, la educación, todo. Diferentes maneras de ser persona, de ser Yo. Hubiera debido decir de ser uno mismo. No lo creo.

Para mí en el primer sentido del Yo, ese YO mayúsculo y centrípeto. Uno mismo tiende a ser un clon. Ya no es uno mismo. Nos mimetizamos en el paisaje. Incorporamos un único discurso que se repite una y otra vez. Pero nos sentimos dentro de un colectivo formado por innumerables e idénticos Yos que se reproducen unos a otros.

En la segunda manera del Yo, abierta, minúscula, comunitaria; nos encontramos ante diferentes formas de ser uno mismo. Paradójicamente en esta segunda nos encontramos con la autonomía y en la primera con la heteronomía más absoluta. Pero también, ese es el riesgo, nos podemos sentir cada vez más solos.

Nosotros elegimos.

FUNCIÓN PÚBLICA DOCENTE. ¿Qué es eso de la FPD?

El acceso a la Función Pública Docente seguramente se había convertido en uno de los objetivos fundamentales de nuestra vida. Ya nos empezaba a quitar el sueño. Logralo es un descanso. Un verdadero descanso. Parece haber llegado la hora de descansar. Es así. Sin duda. Pero venimos a decir que puede ser el final de una etapa, pero necesariamente ha de ser el comienzo de otra. Y lamentablemente vengo a deciros. El descanso no existe, todo es un mismo camino, todo es caminar. Andar, caer, recomenzar. No es una condena, así es la vida. Andar, caer, recomenzar.

Función Pública Docente. ¿Qué es eso de la función pública docente? No nos andemos por las ramas y a riesgo de incurrir en obviedades vayamos a las ideas básicas.

En el diccionario de la RAE el término función tiene estos dos significados:

  1. Actividad propia de alguien o algo.
  2. Actividad propia de un cargo, oficio, etc.

Primer paso, sin actividad no hay función, por lo tanto el funcionario es el que realiza una actividad, no se trata de una condecoración, ni de un título, se trata de realizar una actividad, de hacer algo. Primer tópico que ha de venirse abajo, no es funcionario de hecho el que no “funciona”, el que espera que el tiempo pase sin más, el que no quiere complicarse la vida.

¿Y qué entendemos por actividad?

Actividad:

  1. Facultad de obrar: se mantiene en constante actividad.
  2. Diligencia, eficacia: es impresionante la actividad del secretario.
  3. Conjunto de operaciones o tareas propias de una persona o entidad: actividad docente, empresarial.
  4. Tarea, ocupación:

Estar en actividad lo entendemos pues como estar en acción, movimiento o funcionamiento, tener una tarea que realizar, hacerlo con eficacia, con diligencia.

El termino actividad no deja de ser neutro por lo que es necesario preguntarnos: ¿Pero es una actividad para qué? ¿Para quién?

Función Pública.

Publico:

  1. Para todos los ciudadanos o para la gente en general, se opone a privado: transportes públicos.
  2. Del Estado o de sus instituciones o que está controlado por ellos: el gobierno procederá a la privatización de algunas empresas públicas

Somos funcionarios públicos. Es importante la matización entre estatal y público. Los colegios son colegios públicos, no simplemente estatales. Nosotros también somos funcionarios públicos, es decir: funcionarios del Estado para todos los ciudadanos. Al servicio de los ciudadanos. Para todos los ciudadanos no significa acoger sin más a escolares de todo tipo en las aulas, significa atender a las necesidades reales de todos ellos.

Hay un concepto en principio equiparable al de función pública que peligrosamente, casi con el beneplácito de todos se ha ido perdiendo, es el de servicio público. Nos guste o no hemos de ser servidores públicos

Servicio:

  1. Labor o trabajo que se hace sirviendo al Estado o a otra entidad o persona
  2. Organización y personal destinados a satisfacer necesidades del público.
  3. Conjunto de criados.
  4. Favor en beneficio de alguien: me hizo un servicio sustituyéndome esa tarde.
  5. Utilidad o provecho: esta cafetera aún nos hace servicio.

Somos servidores públicos. Realizamos un trabajo sirviendo al público, en beneficio de ese público, un trabajo que ha de serle de utilidad y provecho. En estas aparentes obviedades se encuentran encerradas las preguntas que siempre tenemos que hacernos:

¿Cuál es nuestra labor? ¿Cuál han de ser nuestros objetivos?

¿Estamos sirviendo? ¿Somos de utilidad?

¿A quién estamos sirviendo? ¿Para qué y para quién servimos?

¿Cuál ha de ser nuestro público?

Nuestro trabajo será muy diferente dependiendo de las respuestas que demos a esas preguntas. Es más, aunque conscientemente no nos las realicemos, las preguntas siempre están ahí y siempre les estamos dando en la práctica una u otra respuesta. Y servimos a unos o a otros, a los que no nos necesitan porque van solos, o a aquellos que necesitan un esfuerzo público que compense su realidad social o personal, a los que tienen un entorno cultural que los apoya y potencia o a los parten con ese hándicap en la carrera. La escuela pública es de todos pero en la práctica tendemos a abandonar a estos últimos.

Nos queda un término del triplete:

Docente:

  1. De la docencia o relativo a ella: prácticas docentes.
  2. adj. y com. Que se dedica profesionalmente a la enseñanza: los docentes de secundaria.

No parece decirnos mucho Docente nos suena fundamentalmente a dar clase. Docente es el que da clase. Sin embargo sí aparece otro término que quizás nos pueda dar alguna pista:

Enseñanza:

  1. Acción y resultado de enseñar: enseñanza de idiomas.
  2. Sistema y método empleados para enseñar: enseñanza mixta.
  3. Conjunto de medios, instituciones, personas, etc., relacionados con la educación: el mundo de la enseñanza.
  4. Ejemplo que sirve de experiencia: que esto te sirva de enseñanza.
  5. pl. Ideas, conocimientos, etc., que una persona transmite a otra: sus enseñanzas le fueron de gran ayuda.


Ya salió la vieja diatriba entre enseñanza y educación. ¿Enseñamos o educamos? ¿Estamos para educar? ¿Puede hacerse una cosa sin la otra?

Educación:

  1. Proceso de socialización y aprendizaje encaminado al desarrollo intelectual y ético de una persona.
  2. Instrucción por medio de la acción docente: educación primaria.
  3. Cortesía, urbanidad: saltarse el turno en una cola es de mala educación.

Nos fijamos en la segunda acepción: Instrucción por medio de la acción docente. Lo siento señores y señoras en contra de aquellos que pensaran lo contrario, la docencia, la enseñanza, la instrucción, la educación, todo va en el mismo paquete. Nunca se hará una cosa sin la otra, podremos responsabilizarnos más o menos, hacerlo de una manera o de otra, pero siempre que pretendamos hacer una de ellas estaremos haciendo también las otras. Y en esa educación es fundamental la anterior acepción cuarta, el ejemplo. Educamos mediante nuestro ejemplo y con nuestro ejemplo destrozamos todo lo que pretendemos educar. Y con el concepto ejemplo volvemos a nuestro inicio: ¿Cuál es nuestra manera de ser? ¿Cuál es nuestro Yo? Todo se encuentra teñido por él. El reto de la docencia es el reto de ser persona, en la enseñanza pública más, han de ser inevitables algunas preguntas clave de esas que nos acompañarán toda la vida, que tendrán que encontrarse detrás de toda reflexión pedagógica que nos hagamos.

¿Por qué educamos?

¿Para qué educamos?

¿Para quién educamos?

Es cierto, pueden existir condicionamientos objetivos que dificulten esta idea de educación generalizada y personalizada a la vez, pero ante estos condicionamientos no vale dejarse llevar por los lamentos paralizantes y justificantes, ese Yo nos exige tener en cuenta tres cuestiones:

1. Esas situaciones exigen la respuesta comprometida, la respuesta política (entendido el concepto más allá de un sentido partidista restrictivo).

2. Ante circunstancias iguales la actitud y el trabajo de una u otra persona marca la diferencia.

3. Esas preguntas han de encontrarse permanentemente presentes, lo que exige un auténtico trabajo en equipo y una constante reflexión crítica. El docente como intelectual.

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