El ejercicio físico si es
conveniente, incluso puede llegar a ser necesario, pero no es la panacea
salvífica que cure la esclerosis múltiple. Mientras uno físicamente pueda
siempre conviene realizar ejercicio físico, aunque sea de forma moderada
adaptado en todo momento al estado de salud, pero no propagar un mensaje que
nos haga interpretar que es responsabilidad nuestra ese estado, si nos encontramos
bien somos unos héroes, si la enfermedad ha avanzado y nos ha dejado huella
podemos ser unos vagos o cobardes o malas cabezas en cualquier momento, sea el
que sea. Estamos ante una enfermedad con la que uno puede fortalecer el
carácter como cualquier golpe de la vida o puede hacer que se vuelva aún más
frágil con los riesgos que esto conlleva: generar falsas ilusiones y una mayor
predisposición para el engaño. Se trata de un combate de boxeo en el que
nuestro rival puede golpearnos de tal manera que nos haga caer a la lona, esto
puede ser el brote pues el arbitro para la pelea para que nosotros seamos
capaces de incorporarnos y continuar con la lucha, enhorabuena a aquel que en este momento se proponga un gran reto físico y lo consiga, podremos volver a caer más
veces, más brotes, pero siempre el árbitro detendrá el combate y pudiera ser
que termináramos ganándolo. Cada vez que se para esa pelea, entre los brotes,
es el momento del ejercicio físico que ayude a recuperarnos, pero imaginemos
que el árbitro no detiene el combate y permite que el púgil que permanece en
pie continúe golpeando una y otra vez, sin detenerse, es la fase progresiva, la
enfermedad avanza sin parón alguno, tu cuerpo se va deteriorando y no sabes
bien el momento en el que parará y las condiciones en las que te encontrarás,
quizás, en ese momento puede que tu cuerpo ya no se mueva nada. Es aquí donde
surge el problema de la rendición. Es verdad que rendirse no es una opción
mientras la vida tenga sentido para ti, mientras tú puedas ser protagonista de
tu propia vida, mientras haya gente a tu alrededor para la que eres importante.
Mientras sea así tienes una obligación: mantener tu ánimo alto. Tu situación es
dura para ti y dura para ellos, no agraves la situación y aumentes el peso que
ya supones. Cuando ya no seas capaz de mantener esa altura de ánimo porque la
vida haya dejado de tener sentido, tú hayas perdido un mínimo de papel protagonista
en tu vida porque el cuerpo haya sido plenamente vencido, cuando te encuentres
completamente agotado, entonces, entonces sí, la vida no puede ser una condena,
rendirse sí es una opción y esta puede llamarse eutanasia.
Fotografía Colección Under Pressure. Estonia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario