Mucha pequeña gente en muchos pequeños lugares que hace muchas pequeñas cosas, puede cambiar el rostro del mundo
Aquello
que haces y parece quedar reducido a la nada, merece la pena. La
semilla que sembraste en cientos de personas sólo ha germinado en una,
esa sola persona merece la pena. La realidad que pretendes cambiar no la
cambiarás, aun así lo que haces merece la pena. Merece la pena porque
haces lo que crees que debes hacer y ese testimonio dejará huella en
otro y el suyo en otro y así sucesivamente, tu testimonio se perderá en
el tiempo y tú no lo verás, pero merece la pena porque tú formaste parte
de esa cadena de la que no intuyes su final, sin ti no hubiera podido
ser. No te ilusiones, el ideal que quieres forjar no lo verás, pero
merece la pena forjarlo. El tiempo en el que vives no es tu tiempo; tú
eres una nimiedad en la existencia de la vida, la misma nimiedad que es
tu tiempo en el tiempo de la vida, pero merece la pena actuar sobre él.
La fuerza que tu ejerces parece disolverse en la nada pero merece la
pena pues son muchas nadas las que construyen la historia, esa de la que
no percibes su movimiento, esa que avanza y retrocede, esa que no
descubres hacia donde se orienta, pero se mueve, pero avanza y lo
sentirán aquellos que tú eres incapaz de imaginar porque se pierden en
el mañana de todas las mañanas, por eso merece la pena. Merece la pena,
porque tu vida es tu vida y sólo tú tienes derecho a ella para que al
final de tus días no sientas que otros la vivieron por ti, por eso
merece la pena.
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