En la mitología romana Marte
tenía muchos atributos, era el dios de la guerra, la virilidad masculina, la violencia, la pasión, la sexualidad, la valentía, patrón de los guerreros romanos, del horror y victorioso
en las guerras, en la perfección y en la belleza. Pero la perfección a menudo
se rompe y Marte vino a comenzar a degenerarse, poco a poco fue perdiendo su
perfección, su capacidad para moverse, su belleza y su capacidad sexual. A Marte
le pudo su humanidad, los dioses no dejaron de ser un engendro humano que, en su
caso no pudo más, se fue descomponiendo poco a poco. Amante de Venus también
perdió esa capacidad. Cómo iba a ser capaz de enamorarla.
Marte, dios de la guerra fue perdiendo su musculatura, poco a poco fue quedando en nada, la virilidad masculina si esta es lo mismo que la capacidad sexual, sin esta Marte parece incapaz de seducir a Venus, si en algún momento la enamoró hoy, viejo y desnudo, dolido e incontinente, el dios ha pasado a una triste humanidad que necesita protección para no manchar allá por donde está. No puede engañar, ésta es su pobre realidad. Si en algún momento fue gigante hoy es diminuto, si en algún momento fue fuerte hoy es débil, si en algún momento fue el símbolo de lo varonil hoy ha quedado reducido a la nada cerca de una sensibilidad amanerada. Marte ha perdido su coraza; ha perdido su casco, su escudo y su musculatura para quedar protegido sólo por un pañal.
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