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lunes, 7 de junio de 2021

VIEJO VERDE

 


No le quitabas ojos a esa chica, a su hermosa cara, a sus curvas, a los muslos de sus piernas que asomaban por debajo de su corta falda. No le quitabas los ojos de encima aquella mujer Que en su pletórica madurez lo inundada todo, que la mirada que se cruzaba con la tuya te hacía nadar en un mar de deseos. No importaba edad alguna para que tus ojos siguieran el rastro que aquel sexo dejara a tu alrededor.

 Tu inmovilidad te dejaba escasas oportunidades para hacer algo diferente, tus deseos quedaban en eso, deseos, que de ninguna manera podían ser satisfechos, solo la mirada podía intentar cubrir una parte ínfima de tus necesidades, mirada que sabía bien en quien podía detenerse y en quien no, pero que allá en quien lo hacía la inevitable insistencia corría el riesgo de ser calificada como la de un viejo verde. Siempre te quedará la duda si esa mirada o ese pensamiento es cosa solo tuya o también lo es de la mayoría de los varones aunque esto quede en la intimidad y el pudor, la vergüenza, lo políticamente correcto haga que no se manifieste públicamente cuando además al hacerse se hace de una manera grosera, con un pretendido humor que no es tal sino una falta de respeto o un comentario machista claramente despreciable. Y allí estás tú, anhelando algo fuera de tu alcance, un sentimiento humano que manifestarías con tristeza y temor al equivoco, a confundir ese hombre mayor, inválido y neurológicamente incapacitado para satisfacer unas necesidades de toda la vida y que intenta sublimar inútilmente con la mirada y el riesgo de ser catalogado como viejo verde.

Pero no entiendes como esa tentación descalificada en tu edad y en tu situación no lo ha sido siempre, que en otra época se entendiera que fuese tentación de todo ser humano, en especial del hombre aunque éste fuese después santificado, así te lo llegas a plantear al contemplar “Las tentaciones de San Antonio”. Pero ésta no es tu época ni tú eres así, tienes prohibido lo imposible: pensar, y prohibido que utilices la única función sexualmente a tu alcance, la mirada.


 

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