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martes, 30 de julio de 2019

Constitucionalistas


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El pensamiento simple que predomina en España la ha dividido en dos, los que son constitucionalistas y los que no lo son, una división simplista y a la vez maniquea. Constitucionalismo supone aceptar la Constitución como norma fundamental que obliga a todos los ciudadanos a supeditarse a ella y en especial los políticos, como grupo ejemplarizante y encargado de diseñar las leyes. La Constitución obliga mientras se encuentra en vigor, pero puede ser cambiada, su letra es cuestionable y reformable, pero para los llamados constitucionalistas su letra es dogma, incuestionable, indudable, de tal manera que incluyen en el grupo de no constitucionalistas a aquellos que, asumiendo esa Ley como suprema, no están de acuerdo con partes de la misma y desean su reforma. Mal favor hacen a la democracia esos dogmáticos. La utilización de adjetivos así en el discurso político no pretende más que fijar en los ciudadanos esas cuatro palabras que construyan un pensamiento simple y maniqueísta que tenga un efecto electoral beneficioso para ellos.
Los conflictos que actualmente existen en España pasan para su solución por esa reforma, negarse a ello es enconar los conflictos, anteponer la batalla por la victoria al consenso, el enfrentamiento al diálogo. Negociar es que no existen dogmas, ni líneas rojas ni nada intocable salvo los derechos humanos. Algún día habrá que tener la suficiente lucidez para abordar cuestiones tales como la estructura territorial, el régimen político, los símbolos representativos, la laicidad del estado, la financiación de la escuela pública, y abordarlos con la apertura y el compromiso suficiente como para aceptar el resultado sea cual sea.

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