El cuerpo siempre está presente
pero ha tomado posesión de forma distinta a la esperada.
Se ha hecho presente huyendo.
Mis manos son puentes derruidos sobre cataratas,
mis piernas vacíos negros escritos en la frente.
Un interrogante escrito en la niebla que no espera
respuesta.
Puro apetito nunca saciado.
Deseo de tu cuerpo desnudo que nunca oirás a mi boca decirlo.
Nunca la oirás.
Soy la ramera esperando en la esquina del sexo para ver
pasar la noche.
Soy la rabia que me inunda por dentro aunque la censura
llene mi epidermis.
Soy el fruto huero,
mera cáscara inútil.
Soy sentido esperando en el último rincón de la existencia
a que los demás le otorguen finalidad.
Alma, a veces alegre y a veces triste,
a veces sol y a veces luna,
fabricando sonrisas desde la espesura que impide ver la luz.
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