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sábado, 24 de enero de 2015

CUESTIONES QUE NO CONVIENE PREGUNTARSE



LA PARTE Y EL TODO

Podrá eternizarse la discusión sobre dónde reside la soberanía si en la parte o en el todo. Se eternizará en la medida en que la parte (Cataluña) se considera todo, y el todo (España) les niega esa consideración y por lo tanto les niega ser sujetos con soberanía propia. Esta negación supone no sólo que la parte no puede decidir por sí sola su condición  sino que se le niega incluso un papel específico y cualificado en tal decisión. El padre puede mantener al hijo mayor de edad encerrado en casa en contra de los deseos de este.

Pero el conflicto parte/todo no es, ni mucho menos, tan simple, el problema se llama nacionalismo, este siempre se considera todo negando a la parte tal consideración. Se diga lo que se diga hay una obviedad: Cataluña forma parte actualmente de un todo que es España, del mismo modo que la provincia de Tarragona forma parte de otro todo que es Cataluña, del mismo modo que la comarca del Montsià forma parte de otro todo que es la provincia de Tarragona y del mismo modo que la ciudad de Amposta forma parte del todo que es la comarca de Montsià. Todo ello no deja de ser un artificio, es decir una creación humana que tuvo su comienzo y tendrá su final. El nacionalismo español niega al catalán su voz propia del mismo modo que este negará a sus provincias, comarcas y pueblos su soberanía. La estructura ideológica (y mental) es la misma en ambos nacionalismos únicamente difiere el color de la bandera que se ondea.

Todo nacionalismo mitifica la ficción que ha construido, niega su carácter artificial y, por lo tanto, accidental para otorgarle uno esencial, constitutivo, básico, intocable. El nacionalismo español negará al catalán su soberanía en base a que el único todo es España (un todo que históricamente ha tenido un carácter inestable en cuanto al territorio geográfico al que ha hecho referencia y a la/s estructura/s política/s de las que constaba) del mismo modo que el catalán haría lo mismo con cualquiera de sus provincias o comarcas en base a que el único todo con carácter soberano es Cataluña (un todo que igualmente ha tenido en la historia un carácter inestable). Nacionalismos que ignoran su carácter perecedero del mismo modo que ignoran tantos nacionalismos igualmente fundamentalistas que nacieron y se perdieron en las páginas de la historia.

Todo nacionalismo sacrifica la parte a lo que él entiende como todo de igual manera que sacrifica el individuo a la tribu, a lo que él llama nación. El hombre bautiza como nación una estructura territorial y política creada por él mismo para luego supeditarse a ella y considerarla original, anterior a sí mismo. En esta pelea entre parte y todo es este individuo el que tiene todas las de perder pues siempre se le negará, venga de donde venga, su carácter soberano.


ESQUERRA Y NACIONALISMO

Hace unos años Esquerra Republicana argumentaba para distanciarse de CiU que ellos eran independentistas no nacionalistas. No sé si continúan diciéndolo, no lo he vuelto a oír. Izquierda y nacionalismo son términos difícilmente conjugables, todo nacionalismo es excluyente, es lógico que E.R. pretendiera distanciarse de esta asociación y también es lógico que envuelta en la marea nacionalista y electoralista que ella misma ha potenciado, se haya olvidado de esta obligación ideológica, que no necesidad, pues el nacionalismo es rentable.

La independencia se puede argüir en base a un espíritu nacionalista en la rancia idea que identifica lengua, nación y estado y que busca encubrir toda miseria en una bandera y sustituir la historia por la leyenda y el mito. Las medidas nacionalistas son previas a cualquier otra, se convierten en prejuicios mediante los cuales se acepta o reprueba. Es por eso que el referéndum se convierte en la condición para que ER  apoye a CiU y la primera de esas fuerzas anuncia la declaración de independencia si gana las elecciones como primera medida política.

La segunda razón para la independencia es económica y por el argumentario expuesto no parece ser otra que la que aduce Alemania frente a la Europa del sur: “malgastar el dinero que se les da”. La Europa rica da dinero a la pobre, dinero que ésta desaprovecha malgastándolo o apropiándoselo. Del mismo modo la España rica da dinero a la pobre para que lo malgaste o se lo apropie. Independientemente de lo ajustada a la realidad que esa afirmación sea no tiene nada de izquierdista como no lo tiene Ángela Merkel.

La izquierda, me parece recordar, era internacionalista y con una clara opción hacia los pobres. Es posible que se diga que el internacionalismo se practica desde la nación propia (¿?) y que la opción por los pobres se quiere practicar con los pobres de casa no con los ajenos (¿?). Con que facilidad hemos optado por defender los nacionalismos, bastaba con que estos fueran oposición, pero cuando ejercen el poder, como con el traje del emperador, quedan al descubierto.
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