Si la razón de
ser es la apariencia, la imagen, la cáscara que te envuelve, la figura que te
representa, ¿qué soy yo? ¿un proyecto fallido sobre ruedas? Qué soy yo que
pueda disimular: carne reblandecida, piernas tropezándose y cayéndose, manos
confusas y esquivas, memoria derramándose. Qué puedo aparentar si ya me han
visto tal cual soy, cuerpo romo cubierto de heces, poso lastrado en el suelo,
estorbo para el desfile, inútil para el cortejo.
Si la razón de
ser es el poder, la fuerza, la dominación, el mando, ¿qué soy yo si en todo
dependo? Rémora disfrazada de rey, protagonista en la ficción, secundario en la
verdad, cautivo de la misericordia.
Si la razón de
ser fuera la solidez, la durabilidad, la firmeza, ¿dónde iría yo anegado en lágrimas?
Cuerpo desmoronándose y afirmándose en dudas, forma maleable, blando sueño.
Si la razón de
ser son los otros, los que han sido y en los que fui, los que son y en los que
soy, los que serán y en los que seré; por los que fui, por los que soy, por los
que seré, cayados de mis silencios, reverberación de mi voz. Allá donde quedan
mis moléculas conforme me voy desmoronando. Fui, soy, seré.
Si la razón de
ser es la humildad, la pequeñez, la grandeza aprisionada en lo minúsculo
incubando el sueño del big-bang, la capacidad de la pregunta como huellas de
las que sigo el rastro, la conciencia de aprendiz que siempre ha de encerrar el
maestro, la seguridad del error que siempre antecede al acierto, llegaré a ser
lo más cuando deje de ser. Soy en la medida en la que dejo de ser, en la que
voy arrancando, una a una, las capas de acero que me recubren y voy quedando desnudo,
frágil, humano. Sólo entonces, puedo llegar a ser.
Si la razón de
ser es la ductilidad, lo esponjoso, lo apacible, lo tierno, lo que se deja
interpelar con cada poro abierto al otro, capaz de adaptarse sin romperse,
capaz de acariciar sin arañar, capaz de ser uno y todos ellos, solo y abierto a
todos, juicio fluyendo con emociones y edificándose en la racionalidad. Aspiro
a ser mientras lo amargo se transforma en dulce, cuando mi dolor arranca una
sonrisa, mientras empiezo a cambiar el mundo cambiándome a mí mismo, mientras
vivo y por esa razón ya estoy muriendo.
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