Lo más fácil que podemos hacer, siempre, es eludir responsabilidades, quejarnos, y puede ser que a menudo llevemos razón en las quejas; exigir, y puede ser que a menudo llevemos razón en las exigencias, y es necesario hacerlo, ¿pero puede eso hacernos i-rresponsables? En las mismas circunstancias, con las mismas limitaciones nos podemos encontrar con realidades absolutamente diferentes, la diferencia se encuentra en la persona que se encuentra frente a ellas. En cualquier oficio, en cualquier centro de trabajo tendremos la tentación de escurrir el bulto, lavarnos las manos, criticar a otros y dormir tranquilos. En cualquier labor y, por supuesto, en la educación. Hace tiempo tropecé con este programa sobre el profesor Toshiro Kanamori, en Japón, estableciendo con sus alumnos una relación emocional que les enseñe a vivir felices, sin esconder las luces y las sombras de la vida. Y ahí está él, mondo y lirondo, seguro que podemos encontrar pretextos, me los conozco todos, para no hacernos algunas preguntas esenciales: ¿qué podemos aprender de él? ¿Qué nos aportará personal y profesionalmente? ¿Qué parte de nosotros nos deja en evidencia?.
Por supuesto que es necesario en este mundo intercomunicado educar en y con las nuevas tecnologías. Es fundamental. Por supuesto que es necesario dotar a nuestras escuelas de más y más recursos que posibiliten salir de la rutina, diseñar nuevas estrategias, trabajar en la pluralidad de medios. ¿Pero qué ocurrirá si falla la persona? ¿Si fallamos nosotros? ¿No llegará el momento de preguntarse, ¿y ahora qué?. Ideas estrechas en bandas anchas. Canales que ayudan acomunicar que no comunican sino vacío. Medios destinados a la innovación que duermen el sueño de los justos o repiten las formas de ayer con adornos de hoy.
Una persona marca la diferencia. De cada uno de nosotros depende marcarla en uno u otro sentido y lo que estamos poniendo en juego es nuestra forma de ser, nuestras competencias personales reales, nuestra capacidad profesional, nuestra competencia emocional. ¿Quién forma todo esto? Entregamos herramientas novedosas, ¿a quién? ¿No es esta una ocasión (esta y siempre) para crecer humanamente? ¿No es esta una condición inexcusable para crecer profesionalmente?
Esto que podemos ver en estos vídeos también pone de manifiesto otra cosa, ¿qué clase de pesonas queremos educar? Aquí se encuentran los cimientos de cualquier otra cosa: personas felices, con empatía hacia los demás, con capacidad de relacionarse y de enfrentarse a los avatares de la vida. Después vendrá lo demás. ¿Quién forma esto? ¿Quién se atreve a esto?
Merece la pena verlo hasta el final.
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