No es nada fácil el encierro,
semanas enteras sin salir a la calle y sólo hacerlo una mañana cada unas
cuantas, dos horas escasas para intentar reconocer una ciudad que no parece la mía,
siempre cambia, algo nuevo hay en cada ocasión. Mientras tanto, apenas treinta
metros es el espacio para mis rutinas, escasas rutinas; cuatro horas en silla
de ruedas y casi veinte encamado. Siempre lo mismo, siempre lo mismo, un
ordenador, una pantalla de televisión, algo de música, suficiente para pasar el
día pero que al fin y al cabo no deja de ser siempre lo mismo: un ordenador en
el que lees cada día las noticias de un mundo que no cambia y un televisor en
el que tienes la oportunidad de ver cada día una película nueva que puede
llenarte el día, pero no dan para una vida. Pero dónde está aquella vida social
que daba sentido a tu vida. Quizá esto es sobrevivir, mucho tiempo para pensar
aunque tus herramientas para ello vayan desapareciendo, tiempo que supone cada
vez más un esfuerzo agotador, tiempo para un ayer en el que el mañana
desaparece, un ayer en el que los nombres de las personas que dejaron huella de
afecto intentan asomarse a ti, esfuerzo inútil al hacerte consciente de ese
tiempo desaprovechado, cómo lo perdiste; y un presente que sólo los tuyos dan
algo de razón, un presente continuo, la repetición de cada día hace que el
ahora sea un siempre. El futuro ya no es posible en la medida en que cada día
de un mañana es previsible sea igual al hoy. El futuro es nulo o mínimo,
mientras que el pasado es la materia principal que te ocupa cada día. Te haces
consciente que ese pasado es una acumulación de encrucijadas, de caminos
diferentes por los que podías haber optado y que te hubieran llevado a vidas
también distintas. Te hubiera gustado emprender esos trayectos que hubieran
sido gozosos en sus inicios pero que eres incapaz de imaginar como hubiera sido
tu vida en cada uno de ellos. Uno cuando sueña siempre lo hace a lo grande,
pero cuando toca vivir esto nunca es tan estupendo. Me gustaría recorrer en
sueños cada uno de los caminos que se abren en las múltiples encrucijadas de la
vida, pero para volver siempre a esta vida mía, en sus alegrías y tristezas.
Mía y con los míos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario