La vida es un círculo, cuando uno va llegando al final de la misma puede ser el momento de volver al principio, la vejez, a veces, es también el momento de la infancia. Tengo 62 años y mi cuerpo está inmóvil, tanto que para las cosas más nimias necesita otras piernas y otras manos. Los papeles en la familia se han revuelto, mis hijos hacen de padres, necesito ayuda incluso para mis necesidades; mi esposa hace de madre. ¿Dónde está mi amante? La esposa dejó de serlo, yo también abandoné ese papel, mi cuerpo huyó del mismo, qué sentido tiene que otro cuerpo vaya en su busca. La función corporal también establece la función mental. De qué te vale que seas Hércules si necesitas pañales. Así me pasa, que con frecuencia, mi cabeza, ante la presencia de mi esposa, se pregunta donde está mi padre. Por unos segundos, sin quererlo, vuelvo a ser hijo.
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