Le preguntaban que tal estaba y
él respondía de su forma habitual, con un “bien” y una sonrisa. Lo paradójico
del caso es que sabía que estaba muy cerca de morir con una inyección letal. Lo
tenía todo preparado desde hacía tiempo. Había fijado día y hora para el
momento final, así como quien le acompañaría en ese trámite. De manera meticulosa,
todo lo contrario a lo que había sido su vida; preparó, incluso, todo el
proceso final, los días anteriores deseaba poderse despedir de sus amigos y
amigas, que tuviera tiempo para todos ellos, así como deseaba algunos momentos
de intimidad que le permitieran pedir perdón a algunas personas por el daño que,
sin intención para ello, podía haberles causado. Esto último no fue fácil,
algún perdón tuvo que hacerlo a través de Internet, la respuesta, si la hubo,
no le llegó a tiempo para que la leyera. Fue un tiempo de lágrimas y sonrisas,
no estamos acostumbrados a situaciones así, huimos de la muerte y resulta
extraño e incómodo que ésta nos llame a capitulo, es muy difícil encontrar las
palabras y los gestos adecuados por encima del brotar de lágrimas que se asoma
a nuestra puerta. Decía que ese “bien” era la respuesta que casi siempre daba a
la pregunta sobre su estado físico, en parte para evitar entrar en detalles que
podrían ser turbulentos y en parte porque era así, lo llevaba razonablemente
bien a pesar de que se encontraba enfilando la etapa final de la enfermedad
degenerativa que padecía. No había tenido suerte quien fue el último de la
larga lista de despedida, entró hecho un manojo de nervios y solo salió por su
boca una pregunta tan vulgar como era que qué tal estaba y ante la sonrisa de
su cara y el bien como respuesta rompió a llorar. Tras esto había llegado el
momento final. Quedó con él su familia y el médico que se iba a encargar del
último momento. Alguien se encargó de poner banda sonora a esos minutos para
intentar restar dramatismo a ese trance y, en la medida de lo posible, aportar
algo de poesía. Ben Wester empezó a sonar con My romance, su mujer y sus
hijos se acercaron a besarle y abrazarle y decirle las últimas palabras. Se
sentaron a su lado y le cogieron sus manos. El médico se acercó a él en
silencio y le aplicó una inyección en la vía que tenía en un brazo, poco después cerró sus ojos y
ahí dio comienzo el final.
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