Pensar
no está de moda, ahora lo que se lleva es el pensamiento rápido y breve, que
quepa en 140 caracteres. Si alguien quiere estar presente en los medios de
comunicación tiene que pasar por ahí, pensamientos leves, posverdades, en los
que, fundamentalmente, se mueven las emociones, pensamientos casi intuitivos
que casi no suponen esfuerzo. Eso es lo que hay que ofrecer, ideas simples,
primarias, fácilmente digeribles y retuiteables. El éxito se encuentra ahí, no
sólo en el consumo de esas ideas, sino, más aún, en la adquisición del modo de
pensar. No gastemos tiempo en ello, que no nos suponga esfuerzo alguno, que no
nos cuestione ningún aspecto de nuestra vida, construyamos nuestra cámara de
eco en la que podamos vivir cómodamente. La racionalidad es lenta, pesa,
molesta, a veces duele, huyamos de ella. Demos la bienvenida a los tuit,
limitemos nuestro programa a los 140 caracteres, reduzcamos a ellos las
verdades, apliquémosles la cirugía plástica necesaria para que quepan en ellos,
maquillémoslos para que su presentación sea la adecuada. Pensemos con las vísceras, siempre en 140
caracteres, censuremos aquello que entorpece el eco, midamos, cortemos,
borremos todo lo que aburra; encasillemos la política en ellos, caben las vísceras
pero no la razón, sí las emociones que se regurgitan pero no las que nos hacen
parar y templar. Que hastío una vida con más caracteres.
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