Se te cayó la máscara,
el disfraz que te daba apariencia de honorable,
la que disimulaba tus miserias,
el pretexto para tus fechorías.
Se te perdió la coraza,
la que protegía y a la vez gangrenaba tus debilidades,
el peto que te vestía de digno,
la armadura que te llevaba al matadero.
Se te olvidó el título,
la frontera que te protegía de los otros,
la distinción que te hacía creer diferente,
el horno en el que incinerabas tu humanidad.
Desnudo, erguido, tú,
caricatura de lo que fuiste,
retrato fiel de un hombre.
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