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miércoles, 10 de noviembre de 2010

DIÁLOGOS EN LA TERTULIA


- X es mi mejor alumno, ha sido capaz de asumir todos y cada uno de los argumentos que he intentado transmitir. Me siento enormemente contento. Podría dejarle impartir mi clase con toda confianza, sería capaz de reproducirla como si fuera yo mismo – afirmó satisfecho el profesor Z.
- Yo me sentiría horrorizado pues también sería capaz de reproducir mis errores.


- Siempre he deseado transmitir un espíritu crítico en mis alumnos y creo que lo he conseguido, X sería capaz de reproducir mi discurso punto por punto- afirmó el profesor Z mientras se arrellanaba ufano en su asiento.
- Sin embargo, para mí, si X reprodujera mi discurso literalmente yo pensaría que me he equivocado, que no he sabido transmitir lo que quería. Si hubiera conseguido transmitir un espíritu crítico, X debería empezar por ser crítico conmigo.



- En mi juventud pensé A, cuando maduré mi pensamiento derivó a B, ahora en mis cincuenta años creo que la posición correcta es C. Puedo estar satisfecho de haber sabido girar siempre hacia el pensamiento correcto.
- Yo también he ido evolucionando de esa manera pero eso sólo me ha llevado a la conclusión de que hoy y siempre estaré equivocado.



- En mi juventud pensé A, cuando maduré mi pensamiento derivó a B, ahora en mis cincuenta años creo que la posición correcta es C. Puedo estar satisfecho de haber sabido girar siempre hacia el pensamiento correcto.
- Yo llegaría a la conclusión de que el martillo de herejes que fuiste y que eres empezaría por castigar al hereje que siempre has llevado dentro.



- F es un orgullo para todos, casi en la tercer edad sigue pensando de la misma manera que cuando era joven.
- Yo me asustaría, para mí, si es así, o F tiene el corazón de pedernal o la inteligencia de un mosquito.


- ¡No os dejéis engañar el partido A sólo pretende manipularos. Todo lo que propone es mentira! – clamaba el orador del partido B desde la tribuna.
- ¡Tenerlo claro, el partido B siempre está equivocado, sólo os llevará al precipicio! – pregonaba el predicador del A desde el púlpito.
- Pensadlo bien, para mí ambos tienen un pensamiento común y se llama estupidez. Es allí a dónde ambos se encuentran y adonde os quieren llevar.


- Ese hombre es mi Dios.
- ¿Ese hombre nunca tuvo miedo? ¿Ese hombre nunca dudó? ¿Ese hombre nunca tuvo deseos? ¿nunca hizo el amor? ¿Ese hombre nunca estuvo enfermo? ¿nunca tuvo las servidumbres humanas? Si es así nunca fue un hombre. No crees en ningún Dios, sólo has construido un ídolo.


- Estoy en manos de Dios, haga el de mí lo que quiera.
- Yo, sin embargo, pienso que es Dios el que se encuentra en mis manos, es mía toda la responsabilidad, puedo hacer de él lo que yo quiera. No tengo escapatoria.




- Es un sinsentido estudiar para olvidar.
- Es necesario que el conocimiento muera para que nazca la sabiduría.
- No te entiendo.
- Las plantas y animales también mueren y las bacterias y hongos se aplican en su descomposición. La descomposición de los restos orgánicos genera el humus. Un suelo rico en humus producirá una vida rica a partir de él, en los cultivos, en la vegetación, en los animales.
- Sigo sin comprender.
- Lo aprendido se descompone y desaparece pero produce un suelo mental y espiritual rico en el que surge la sabiduría.


- He pensado tantas cosas en mi vida y de tantas me he ido dando cuenta que estaba equivocado. Hoy mantengo un puñado de certezas, la mayor de ellas es que sigo estando equivocado, sólo será cuestión de tiempo que pueda descubrirlo.


Si las células de mi cuerpo pudieran razonar yo sólo sería para ellas una hipótesis indemostrable.


- Desearíamos que dieras una lección a nuestros alumnos.
-Lo siento yo ya no doy lecciones. No tengo nada que enseñar. Sólo aspiro a que los demás puedan aprender algo de mí, aunque sea de mis errores. Esa quiero que sea mi tarea hasta el final de mis días.

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