Es curioso, ha amanecido. Después de la tormenta de la noche el suelo ha amanecido seco. Las golondrinas vuelan a sus nidos, los árboles continúan con sus hojas verdes. Nada impedirá que vuelvan a caer como que en el mañana reverdezcan. El día sigue teniendo veinticuatro horas y el año trescientos sesenta y cinco días. Nosotros seguimos vivos y un día cercano moriremos. Así ha de ser para que otros nos tomen el relevo y ojalá más fuertes, más inteligentes, más buenos.
Habremos perdido y en realidad qué
importa eso. ¿Nos impide ese suceso cambiar el mundo? ¿Nos impide cambiar
nuestro mundo, esa pequeña aglomeración de personas y circunstancias y sucesión
de azares? ¿Nos impide ir cambiándonos a nosotros? Aprovechar cada minuto para
ir cambiando, lentamente, sin grandes esfuerzos, con pequeños pasos. Lo
suficiente para que cuando volvamos la vista atrás percibamos ese cambio, lo
suficiente para que notemos el agradecimiento de los otros, lo suficiente para
que, sin hipocresía y engaño, notemos nuestro cambio. Un cambio a mejor, más
valientes, más fuertes, sensibles, tiernos y bondadosos. Un cambio que
realmente merezcamos, que nos lo estemos ganando.
Un cambio que siempre nos decepcionará por escaso, por sus contradicciones y
costes, por las víctimas que a veces acarrea; y porque cambia tan poco y lo
hace donde menos necesario es; y es tan frágil, es todo un avanzar y
retroceder. Aquel cambio que esperamos, con seguridad no lo veremos, pero qué
importa eso para buscar los avances y que no nos asusten los truenos.
La vida sigue. En mi habitación suena Albéniz. La música aporta felicidad,
aunque parezca una triste felicidad. Hay tanto que cambiar, son tantas las
herramientas y formas a nuestro alcance, hay tanto que aprender, que no se debe
esperar. Son tantas las personas que siglos adelante, sin conocer nuestros
nombres, mirarán hacia atrás y quedarán agradecidos por lo que merece la pena
intentarlo. De nosotros depende y es tan minúsculo nuestro tiempo en
comparación con el de la humanidad. Somos tan pequeños y a la vez tan
necesarios.
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