Bien por desconocimiento o por
error, lo cierto, es que la declaración de voluntades anticipadas o testamento vital, sigue siendo solo una posibilidad al alcance de los ciudadanos;
posibilidad que bien por desconocer su existencia o por un rechazo moral que a
mi modo de ver pone de manifiesto cierta ignorancia del contenido exacto del
mismo no ha sido aprovechada. Sorprendentemente, todavía es necesario recalcar
lo siguiente: el testamento vital no es la eutanasia. La segunda es una opción
todavía ilegal en nuestro país, mientras que la primera se trata de algo
perfectamente legal en todo nuestro territorio. Esta declaración sólo expresa
las instrucciones que cada persona quiere que se tengan en cuenta acerca de la
asistencia sanitaria que desea recibir en situaciones que le impidan comunicar
personalmente su voluntad en los momentos finales de la vida, o sobre el
destino de su cuerpo o sus órganos una vez producido el fallecimiento. Este
documento pone de manifiesto la preferencia por mantener una buena calidad de
vida hasta el final y una muerte digna donde no haya un dolor intenso e invalidante
y sí una preferencia por no prolongar la vida por sí misma cuando la situación
es ya irreversible. Es decir, de
ninguna manera supone una muerte artificial y sí un rechazo a una vida
artificial inútil y dolorosa. Entre las opciones que recoge se encuentran las
siguientes:
- Que no nos sean aplicadas, o bien que se retiren si ya han empezado aplicarse, medidas de soporte vital o cualquier otra que intenten prolongar inútilmente nuestra supervivencia.
- Que se nos apliquen las medidas que sean necesarias para el control de cualquier síntoma que pueda ser causa de dolor o sufrimiento.
- Que se nos preste la asistencia necesaria para proporcionarnos un digno final de nuestra vida, con los tratamientos necesarios para paliar al máximo nuestro dolor, sufrimiento o angustia extrema, aunque eso pueda acortar nuestra expectativa de vida.
- Que no se nos aplique ningún tratamiento o terapia que no haya demostrado su efectividad para nuestra recuperación y que prolongue artificialmente nuestra vida
- Que si llegada la circunstancia de tener que aplicar esta declaración la mujer estuviera embarazada, se mantenga el soporte vital necesario para mantener el feto con vida y en condiciones viables de nacer.
Su realización
es fácil y breve, al mismo tiempo que completamente necesaria para muchos de
nosotros ya que, cada vez más, nos veremos abocados a situaciones muy dolorosas
para uno mismo y para nuestros familiares. Situaciones de sufrimiento y
desorientación, siempre largas y que dejan heridas que difícilmente cicatrizan.
Estas indicaciones únicamente serán tenidas en cuenta cuando uno se encuentre
en una situación que le impida expresar personalmente su voluntad.
Mientras esto no sea así será esa voluntad libre y racionalmente expresada la
que se tengan cuenta. Es muy posible que siempre pensemos que tenemos tiempo
para cumplementarla sin ser conscientes que nunca seremos totalmente dueños del
ahora. En cualquier momento podremos modificarla o anularla, nunca
estaremos atados a ella pero si será ella la que líbere las conciencias de
aquellos que nos sobrevivan y quieran.
Elaborarlo
requiere anticipación y cabeza. Es hoy y no mañana el momento para
cumplimentarlo y es ahora, cuando somos poseedores del dominio sobre nuestra
razón, cuando hay que hacerlo por lo que puede ocurrir que cuando haya llegado
el momento para su aplicación, ese momento ya sea tarde. Es entonces cuando
verdaderamente apurados queramos echar manos de alguien y lo
único que consigamos
es embarcar a esa persona en un mar de dudas y de sufrimiento agravado.
Lo que debiera ser un documento serenamente reflexionado se
convertirá entonces en unas indicaciones confusas, simples y precipitadas. La
muerte es un tema tabú que difícilmente se habla en primera persona en nuestros
núcleos familiares e incluso de amistad, es un tema sujeto a muchos prejuicios
y que llegado ese momento puede suponer serios conflictos. Verdaderamente no
tenemos derecho a comprometer a nadie de esa manera, a generarle continuamente
los interrogantes sobre cuáles son mis deseos hoy y cuáles serán mañana, no
sólo por el sufrimiento que le suponga sino también por la inutilidad del mismo.
No podemos transferir nuestro miedo o dejadez sobre la muerte, sobre nuestra
muerte, a otra persona para que esta tome decisiones por nosotros que nosotros
no hemos sido capaces de verbalizar y aclarar previamente. No es justo que por
evitar el conflicto dejemos ese conflicto en manos de otro. El ser humano tiene
por naturaleza un alto grado de cobardía y esta cobardía a menudo prevalecerá
sobre el valor para enfrentarse a los otros. Los días pasarán y las decisiones
no habrán sido tomadas y, posiblemente, ni siquiera habrán sido discutidas. Tu
sufrimiento permanecerá y el de la otra persona también. Algo tan humano como
la muerte, aquella que inevitablemente nos espera antes o después no debiera de
ser algo a lo que haya que temer. El respeto que silencia es un falso respeto.
Hagamos ahora los momentos finales lo menos dolorosos posible, lo más
tranquilos posible, lo más cortos posible porque de otra manera nos podemos
encontrar entonces, para tomar una decisión que nosotros no hemos tomado previamente
a alguien dubitativo, temeroso, frágil, nos podemos encontrar a alguien así, a
alguien como yo.
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