Que vergüenza de panorama internacional mirando siempre hacia
otro lado cuando los contendientes en una guerra no tienen interés alguno o
cuando tienen demasiado interés en uno de esos contendientes, entonces dejan hacer.
Que tristeza de judíos, empiezan a ser considerados de víctimas a verdugos. Que
decisión tan triste y equivocada la creación del estado de Israel en el 1948
como Estado sionista. El sionismo sostenía que los judíos eran primordialmente
un grupo nacional (como los polacos o los alemanes) y no un grupo religioso
(como los musulmanes o los católicos) y que, como tal, tenía derecho a crear su
propio Estado en su territorio histórico; entendiendo como tal la que ellos creían
como Tierra Prometida por Dios a los judíos, leyenda que se remonta a varios
siglos antes de Cristo. El intento de la creación de dos Estados, Israel y
Palestina fue un fracaso. Los árabes no aceptaron esa decisión de creación de
un Estado judío en tierra palestina lo que generó una guerra árabe-judía de la
que salió victorioso el Estado de Israel y que desde entonces el conflicto no
ha cesado y durante este tiempo el Estado de Israel no ha parado de ampliar su
territorio expulsando al pueblo palestino hacia territorios cada vez más
reducidos como actualmente es Cisjordana y la franja de Gaza.
La guerra en Gaza es profundamente desigual. El objetivo de Israel es claro, ir eliminando a los palestinos lo más rápidamente posible, intención que queda clara en primer lugar en las declaraciones de los miembros cercanos a Benjamín Netanyahu o de él mismo, y en la trayectoria de la guerra hacia un evidente genocidio.
El Tribunal Internacional de Justicia, con sede en La Haya, consideró “verosímil” que Israel esté cometiendo acciones en Gaza que constituyan un genocidio. Entre las declaraciones citadas solían señalar al ministro de Legado, Amijai Eliyahu, que barajó el lanzamiento de una bomba atómica sobre la Franja; o al vicepresidente del Parlamento, Nissim Vaturi, por pedir “borrar Gaza de la faz de la tierra”, donde “no hay inocentes”, y “eliminar” a los 100.000 palestinos que calcula que quedan en el norte de Gaza. Otra diputada del Likud, Tally Gotlib, pidió no “sentir lástima por los gazatíes no involucrados” porque “no los hay” y su compañera de partido Galit Distel Atbaryan, exministra de Diplomacia Pública, exhortó al ejército a comportarse de manera “vengativa y cruel”.
La presidenta del tribunal, sin embargo, no se ha ido a
ejemplos marginales, sino que ha escogido tres declaraciones de líderes de
peso. La primera, del ministro de Defensa, Yoav Gallant, cuando anunció un
“cerco completo” sobre Gaza ―”ni electricidad, ni comida, ni combustible” ― y
haber eliminado “todos los límites” para combatir a los “animales humanos” de
Hamás. La segunda, al poco de empezar la guerra, del presidente, Isaac Herzog,
procedente del laborismo e internacionalmente considerado como un moderado que trató de frenar la reforma judicial de Netanyahu: “Hay toda una nación ahí que es
responsable. No es cierta esa retórica de que los civiles no eran conscientes o
no estaban involucrados”. La presidenta citó asimismo al entonces titular de
Energía y hoy de Exteriores, Israel Katz: “Combatiremos a la organización
terrorista Hamás y la destruiremos. A toda la población de Gaza se le ha
ordenado irse de inmediato. Ganaremos. No recibirán una gota de agua o una sola
batería hasta que abandonen el mundo”.
Declaraciones que parecen marcar la intención de un genocidio que se constata
con el desarrollo de la guerra. Destrozo de todos los edificios sean civiles o
institucionales. Destrozo de todo, del tipo que hospitales, colegios, edificios
de la ONU… Empujar a toda la población de la zona norte a la sur con el pretexto
de que sería zona segura para arrasar esa zona norte y acumular millones de
ciudadanos sin agua, alimentos, medicamentos ni combustible mínimamente
suficiente para sobrevivir, ―”ni electricidad, ni comida, ni combustible” --.
Una vez acumulados todos en esa zona sur llegó la hora de continuar eliminando
población palestina, “borrar Gaza de la faz de la tierra”, donde “no hay
inocentes”. Borrada del mapa la zona norte tocaba hacerlo ahora con la
supuestamente segura zona sur en la que los gazatíes no pueden huir hacia el
norte donde sus viviendas han dejado de existir y tampoco hacia el sur en donde
Egipto levanta una muralla para evitar la entrada de los palestinos en él. No se
trata de rechazar a los judíos como población como personalidades malignas,
negativas, como peligrosas allá donde estén. El error, desde mi punto de vista,
fue la creación del Estado de Israel en 1948. Creación que pasado el tiempo
quizás es necesario asumir pero en la que también es necesario distinguir entre
judíos, como miembros de una religión allá donde estén; israelíes, como habitantes
de un país sea cual sea su religión, o El sionismo es una ideología y un movimiento político nacionalista que propuso desde sus inicios el establecimiento de un
Estado para el pueblo judío en Palestina, una región que corresponde a la
antigua Tierra de Israel en la cultura judía allá donde vivan, preferentemente en Israel. Esta decisión de
la ONU que contó con el respaldo de Estados Unidos y la URSS y el rechazo de
los países árabes. Ese rechazo generó una guerra que terminó con la victoria de
Israel acaparando buena parte del territorio de Egipto, Jordania y Siria. La
guerra de los seis días en 1967 volvió a extender el territorio israelí.
¿Qué se creó antes Palestina o Israel? Si lo planteas en estos términos (contemporáneos), Palestina es el nombre que le dio el Imperio Romano a ese territorio. Mientras que el Estado de Israel (emplazado dentro de la misma región) comenzó a existir recién en 1948. Pero la pregunta, en política, no puede ser quién llegó antes, ha de trabajarse sobre la actualidad trabajando sobre el interés de la zona y no en el de los países implicados en el conflicto. La zona seguirá en guerra mientras se siga mirando hacia otro lado y lo máximo, aunque bienvenidas, sean palabras que, de alguna manera, condenan a Israel. Palabras y no gestos, actuaciones. La pregunta que uno puede hacerse es porqué Rusia sí, bienvenidas, e Israel no. Cual es el interés que reside en los países de la Europa occidental y Estados Unidos para callar y mantenerse inmóviles, cuando en el caso de Gaza es evidente el caso de un genocidio que en el de Ucrania, triste y condenable, no se da.
Por qué no asistimos al menos a castigos económicos como los que se ejercen sobre Rusia, o a la ruptura de relaciones diplomáticas y no digamos de la posibilidad de dotación de armamento al pueblo palestino. Asistimos a la devaluación de la ONU una organización incapaz de ejercer las funciones para las que fue creada. Estamos asistiendo al exterminio del pueblo palestino por una población que se ha ido apropiando del territorio que se le dio para buscar con ello la paz y no la guerra; la dotación de un territorio limitado que ha ido ampliando mediante la guerra y que ahora parece pretender no sólo más territorio sino también menos población pretendidamente enemiga basándose en una argumentación incomprensible a estas alturas de la vida, que fue Dios quien les otorgó ese territorio y el que legitima su política belicista basada en el criterio de más territorio y menos población árabe.
Podemos seguir ignorando el genocidio pero no podremos seguir presumiendo de civilización de libertades y pacifista, de una civilización de derechos humanos cuando no somos capaces de decir no a nuestros “amigos” y reconocer nuestros errores de ayer y de hoy.
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