A mis hijos
La vida es un largo caminar
subiendo una pendiente hasta alcanzar la cresta de la montaña; hasta conquistar
ese lugar es necesario irse desprendiendo del máximo de equipaje inútil para
aligerar la subida. Una vez has llegado a menudo lo haces exhausto, son tantas
cosas las que has vivido, tanta su importancia, que estás forman la corona que
mereces, su calidad dependerá de ellas. Cuando mires atrás desde la cresta
tendrás la sabiduría que hayas acumulado, la que haya destilado tus vivencias y
sintetizado tu pensamiento. Quizás es ese pequeño tesoro el que os puedo
ofrecer, hijos míos, pedazos de vida exprimida para extraer su jugo. Nunca
podré caminar por vosotros, sería inútil intentarlo, pero sí os puedo ofrecer
pequeñas luminarias que espero puedan alumbrar vuestro camino.
Deseo vuestra independencia, la
capacidad de valorar la soledad, la libertad que os permita no aferraros a nada
y a nadie, no volver continuamente la vista hacia atrás, allá donde quedaremos
nosotros, pero recordad siempre que aquí podréis sanar vuestras heridas,
detener vuestras batallas y volver a encontrar vuestro yo para reiniciar
vuestro camino. Pero que el disfrute de la soledad no os vuelva misántropos,
somos alguien en la medida en que los demás alimentan nuestro yo y somos
alguien en la medida en que somos capaces de alimentar el yo del otro, alguien
que es yo y otro a la vez, distinto, en eso está gran parte de su valor.
Que el dominio de la palabra os
acompañe, palabra nunca gratuita, palabra siempre acompañada del silencio, una
y otro será vuestra comunicación, siempre veraz, siempre sencilla, la que habla
y escucha pues no es posible una sin la otra, la escucha del verbo que el
prójimo quiere transmitiros, la escucha de sus emociones, de su silencio, la
escucha de vosotros mismos, aquello que en vuestro interior intenta leer
siempre la realidad y a vosotros en ella.
No dudéis que en vuestro caminar
habrá muchos tropiezos, caídas que os producirán heridas, golpes, dudas, miedo,
cansancio, pero nunca os deis por vencidos a pesar de acumular derrotas. La
vida es ese caer y levantarse, entre una soledad que te asusta y un abrazo que
te reconforta. Cada levantada os hará más fuertes y cada abrazo arrinconará un
poco más la soledad aunque nunca desaparecerá del todo. Enfrentaros al
sufrimiento os hará llorar pero cuando traspaséis su puerta también sentiréis
la felicidad.
Sabed mirar sin dejaros embaucar,
encontraréis que el engaño parece el arma principal para prosperar en este
mundo. No caigáis en la trampa, seréis ilustres, pero el engaño os hará
menguar, a menudo crecer es ser pequeño. Que vuestra mirada sea limpia,
incisiva pero no cruel, crítica pero bondadosa; que sepáis mirar más allá de lo
que otros miran, alguna de las caras que los demás no quieren ver. No será
fácil pero será la única manera de sentiros honestos con vosotros mismos.
Formamos parte de los
privilegiados, nunca lo olvidéis, eso conlleva una responsabilidad enorme con
todo aquello que cae en vuestras manos. Nunca será un derecho mientras
ejércitos de miserables arrastren su desdicha cruzando el río Aqueronte
derechos al inframundo cuando ellos creían encontrarían algo de humanidad en la
otra orilla. No es vuestro, es de todos, únicamente está en vuestras manos y es
para todos para quienes lo tenéis que gestionar. Agradeced a la vida lo que os
ha dado y devolvedle multiplicado lo que habéis recibido. Si el futuro parece
volveros la espalda recordad estos momentos en los que fuisteis privilegiados y
agradecedlos siempre a la vida aceptando que la justicia no siempre ha de pasar
por vuestra casa, pero que estos pequeños calvarios nunca os venzan.
La vida junto al dolor os
ofrecerá placer, no lo rehuyáis, dadlo y tomadlo, pero que este siempre sea una
expresión de amor, amor puntual y amor duradero, el que nos reconcilia con
nuestro ser animal y el que sale desde nuestro interior bailando de puntillas.
Gozad de la vida, de sus amaneceres y atardeceres, del canto de los pájaros y
del batir de las hojas, de los besos que despiertan tu piel y de las caricias
que la encienden, del surgimiento de la vida que vosotros provocáis y del
desarrollo de esta a vuestro alrededor. El placer del esfuerzo y del descanso,
de la algarabía y del silencio, de las sonrisas que generáis y las sonrisas que
os dedican.
No olvidéis que durante toda
vuestra vida, allá donde estéis y hagáis lo que hagáis tendréis una tarea que
nunca acabará: crecer en vuestro ser, la vida va cambiando y vosotros también,
seréis distintos a lo que erais pero seguiréis siendo vosotros, un proyecto de
hombre minúsculo en la existencia pero enorme en vuestro quehacer, siempre
enfrentándoos a la vida y derrochando bondad y creando belleza, identificando
los errores e intentando corregirlos. Nunca sabréis lo que la sociedad dirá de
vosotros pero sea cual sea vuestro papel esta tarea de crecer siempre ha de ser
vuestro reto, este permanecerá hasta el último momento, hasta el último
suspiro, allá donde acabamos y empieza nuestra memoria, esta será para los que
nos quieren aquello que hicimos con esta tarea, si el rastro que dejamos fue
bello o no.
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